jueves, 21 de abril de 2011

MIRANDO ATRÁS, MIRANDO ADELANTE…

Por Mario Jaraz

El proceso de recuperación de la Unión Cívica Radical aún no finalizó.
Con esfuerzo y convicciones se logró superar el peligro de desaparición en que estuvo sumida debido a culpas propias y acciones ajenas.
Este trabajo rindió sus frutos.
Hoy vivimos el momento en el que la sociedad ha vuelto a pensarla como alternativa real de poder.
Ve en su gente, el carácter, la fuerza, la osadía y la intrepidez que heredaron de aquellos que la hicieron grande, rebelde y revolucionaria, elementos que, sin dudas, representaron el respaldo que posibilitó superar la desintegración.
Una desintegración que muchos fomentaron y que no fue posible gracias a militantes y afiliados que enamorados de la causa radical brindaron permanentes e inagotables fuentes de esperanza y fuerza para que la lucha sea exitosa.
Esos militantes y afiliados, que nunca se dejaron obnubilar por los caminos de abundancia que inescrupulosamente les ofrecían desde el poder, y también de parte de “algunos” del propio partido que estaban convencidos de que la UCR ya había sido, que había cumplido su ciclo, fueron el sostén de la dirigencia que decidió enfrentar al que aparentaba ser un aceitado aparato de destrucción de los partidos políticos.
Una desintegración que apuntaba a la fundación de un nuevo ordenamiento político, provocando el vaciamiento de los existentes, cooptando de ellos no solamente hombres sino también ideas y acciones que les eran propios.
La estrategia de la recuperación se fue cumpliendo meticulosamente y aún cuando en algunas oportunidades, debido a las urgencias electorales, las circunstancias condujeron a efectuar Alianzas coyunturales con espacios políticos totalmente opuestos al sentir partidario, lo que se podía catalogar como un peligro adicional difícil de superar , hoy todos pueden observar, sobre todo aquellos adversarios que sólo esperaban el momento de escuchar los sones de la “marcha fúnebre”, perplejos ante la realidad, que nuevamente se cumplió el viejo dicho popular de “Los muertos que vos matáis gozan de buena salud”.

Y es válido recordar también que en las últimas elecciones para Presidente de la Nación en la que la UCR concurrió asociada con un desprendimiento del Partido Justicialista encabezado por el Dr. Roberto Lavagna, al día siguiente de conocerse los resultados, se había perdido, los justicialistas retornaron urgentemente a sus raíces y fue la UCR, a traves de la palabra de su presidente, el Senador Gerardo Morales, la que se hacía responsable de tratar de concretar acciones que en los actos de campaña se había prometido a la gente.
Bases distintas provocan CONDUCTAS DIFERENTES. Quedaba demostrado que no eramos iguales.
El camino elegido condujo a la Unión Cívica Radical hacia un tiempo presente que la encuentra “siempre viva” y diagramando estrategias con el fin de disputar el poder.
Pero la tarea aún no ha concluido.
Existen cuestiones aún pendientes.
Hay cosas que rescatar, como el tema de los Derechos Humanos, a los que hay que honrar con hechos concretos que conduzcan a su cumplimiento y no acciones demagógicas efectuadas con el único fin de lograr algún beneficio meramente coyuntural y personal.
Es preciso profundizar en las diferencias conceptuales que se acentuaron en el tratamiento de este tema en aquel tiempo aciago –años 1976-1983- del que la sociedad esperaba salir a partir de la elección del nuevo Presidente de la Nación.
Mientras el candidato de la UCR, Doctor Raúl Alfonsín en campaña proselitista sostenía con total convicción y convencimiento que en una República Democrática nadie podía vivir al margen de la Ley ni poseer privilegios frente a ella en comparación a los demás ciudadanos, por lo cual quienes habían usurpado el poder y en su nombre efectuado atroces acciones, deberían enfrentar las consecuencias por estas acciones. Esto significaba también y fundamentalmente el retorno del derecho y el reconocimiento de la Justicia como Poder básico de la estructura republicana. Los adversarios exponían su participación de la idea del olvido, la amnistía y el perdón, como instrumento adecuado para darle continuidad a la República.
La profundidad de esta diferencia, en un tema tan crucial para ese entonces, que exhibía dos maneras diferentes de entender e interpretar los fundamentos que hacen a la esencia de la República Democrática, marcan modelos de País y sociedad, absolutamente opuestos. Confrontaban dos maneras de entender la libertad y la igualdad, pilares innegociables cuando la aspiración es reconocer al otro como par por el simple hecho de compartir un origen similar.
La sociedad por amplia mayoría, en aquellas históricas elecciones que pueden ser consideradas como una bisagra en la vida de nuestro país, eligió el modelo que le proponía el candidato de la Unión Cívica Radical, el Dr. Raúl Alfonín, que al ser gobierno, haciendo honor a sus promesas, al enorme respeto que tenía por todos y cada uno de sus conciudadanos y además a una muy clara y profunda convicción ideológica, hizo comparecer frente a la Justicia a todos los responsables de uno de los tiempos más que oscuro de nuestro país.
Estos hechos, acciones y actitudes, más que importantes para marcar diferencias conceptuales y principistas, no fueron expuestos con la suficiente energía y lamentablemente se permitió que perversas interpretaciones de hechos posteriores relacionados con la misma cuestión, fueran utilizados para devaluar un accionar que le brindó al País dos elementos de gran trascendencia: El fin de los golpes militares y un gran reconocimiento del mundo a una actitud que todos consideraron ejemplar.
Para los radicales fue un nuevo acto de coraje reivindicativo de una ideología que prioriza el valor del ser humano sobre cualquier otra circunstancia; para nuestros adversarios políticos la necesidad de apelar a cualquier elemento con el fin de impedir una construcción de país por un camino que alteraba no únicamente sus ambiciones de poder, sino el posible fin de una conservadora visión de convivencia social que habían conseguido incorporar a la cultura nacional.
Mencionamos este hecho puntual de los derechos humanos exclusivamente en lo atinente a la igualdad frente a la ley, por la importancia que el mismo adquirió por lo inédito del tratamiento llevado a cabo, pero resulta imprescindible hurgar en la búsqueda de las soluciones para que la amplia gama que cubre el enunciado “Derechos Humanos” supere el estadio del anuncio y se transforme en medidas concretas que lleven a conseguir la vigencia plena de los mismos para todos.
Debemos recuperar muchas cosas más de nuestra esencia partidaria que la aparición de otros partidos políticos, promotores de un modelo de prioridades y objetivos totalmente distintos, fueron deteriorando al compás de acciones que al tiempo que deformaban paradigmas creaban falsas opciones incongruentes que fueron logrando imponer al amparo de algunas coyunturas favorables y la instalación del temor como instrumento de dominación.
En este perverso juego también cayeron muchos integrantes de la UCR que se dejaron seducir por discursos carentes de compromisos reales de cambio y si de espacios de poder para sectores de significación que adhieren al mismo.

El radicalismo decidio resistir, aún con debilidad material pero una fuerte osadía de parte de "todos los que se quedaron".
El radicalismo es una convicción ideológica que compromete moral y éticamente a sus integrantes.
Y aún falta recuperar cosas de ese “ser”.
Hay que trabajar profundamente en la recuperación del “ser” radical.
Un “ser” radical que subordina las acciones políticas al ideario y la doctrina.
Un “ser” radical que recuperando el acervo de sus importantes logros propios puede enfrentar orgullosamente las deformaciones que la ignorancia y la perversidad intentaron distorsionar.
Un “ser” radical que retomando el lenguaje que lo caracterizó vuelva a las fuentes de su propia identidad.
Un “ser” radical al que ningún interés especulativo lo lleve a confundir la “recuperación de la vocación por el poder” con “la desesperación por el poder”.
Si paralelamente a la dura terea de conformar las relaciones inter partidarias más adecuadas para con el propio pensamiento, la fuerte lucha por demostrar que nuestro candidato el Dr. RICARDO ALFONSIN, es el más conveniente a nuestro presente de país, somos capaces de elaborar propuestas que seduzcan a la sociedad por su seriedad, su realismo y por tener al “hombre” y sus problemas, como centro, si somos capaces de ahuyentar a los fantasmas de incapacidad de gestión que intentaron instalar aquellos que entienden a la política como una herramienta exclusiva para solucionar problemas y ambiciones personales de poder, y junto a estas acciones, los radicales logramos reafirmar las condiciones que distinguieron al “ser” radical, entonces si podremos tener fe en la recuperación de la dignidad de la gente, podremos pensar que es posible un futuro diferente y mucho mejor para el país y su gente y alborozados celebrar la recuperación definitiva de la UCR.

No hay comentarios: