miércoles, 1 de junio de 2011

¿Y SI NOS ANIMAMOS A CAMBIAR?

Por: Ing. Mario Jaraz


Finalizó la presentación de las listas para cargos partidarios y electivos de nivel provincial, aún cuando existan localidades en las que se deberán efectuar internas para definir los correligionarios que ocuparán los cargos. Para quienes aspiramos a un lugar en la lista de candidatos a Diputados Nacionales comenzó la cuenta regresiva (algunos apurados hace tiempo que empezaron a publicitarse) para arribar al día 14 de agosto próximo en las mejores condiciones de posicionamiento frente a la sociedad.
Esta contienda electoral articulada por la Ley como: “Primarias abiertas, simultáneas y obligatorias” va a requerir un arduo trabajo, no solo por lo exiguo de tiempo sino especialmente porque, en lo personal, tengo la intención de llegar a la gente no únicamente para contarles quien soy, sino también, para poder explicarles los por qué y los para qué aspiro ser Diputado Nacional.
El primer tema que me interesa compartir con ustedes es el referido a la participación y el compromiso de todos los ciudadanos en la construcción política.
Creo que la participación en la política no debe ser un mero acontecimiento anecdótico en la vida personal de los ciudadanos que participan con el fin de ser protagonistas en la construcción del destino de la sociedad, sino que debe constituir un compromiso de alto nivel entre los diversos actores de la República.
La enorme responsabilidad de conducir los destinos del país que la ciudadanía encomienda a los partidos políticos, a la luz de acontecimientos sucedidos, quedó demostrado que hay cuestiones que se deben cambiar. El ciudadano no debe actuar como si su participación comenzara y culminara en el momento de votar y se reinicia solo ante una nueva convocatoria.
Si pretendemos mejorar la calidad del contrato entre el ciudadano y el Estado, resulta inevitable analizar y ocuparse en forma permanente de la realidad de los instrumentos que la Constitución Nacional señala como aptos, válidos y exclusivos para la intermediación: los Partidos Políticos y por relación directa, los políticos. Para que esta pretensión sea posible, debemos entonces promover un cambio de actitudes y el establecimiento de canales de comunicación que, sin interferir las particularidades de cada uno, contribuyan positivamente.
Una primera cosa a establecer que entiendo sumamente importante, es que los ciudadanos adopten el hábito de plantear ante los partidos políticos, en el momento preciso, su disconformidad con la actuación de quienes fueron elegidos para ocupar cargos. Hoy la sociedad posee la facultad de castigar o premiar en cada elección, tiempo que según las circunstancias puede llegar a ser demasiado largo, pero si en los periodos que median entre elección y elección, tanto el elector como el Partido político adoptaran con la urgencia que las cuestiones exijan, la actitud de preguntarse y responderse mutuamente y con total honestidad y responsabilidad, las posibilidades de corrección de rumbos o de ratificación de acciones realizadas, estaríamos dando un paso trascendental en la búsqueda de los caminos para lograr una construcción política participativa.
Para posibilitar la realización de esta idea es preciso asimismo que los políticos entiendan que lo que se obtiene al ser electo representante, es la encomienda de la ciudadanía por intentar concretar aquellas cosas que en las campañas electorales se prometieran. Asimismo tienen que asumir el compromiso de prestarse, obligatoria y permanentemente, en el marco del partido, a brindar todas las explicaciones que sobre su actuación les sean requeridas. El partido debe ser el custodio del cumplimiento de este método de relación “ciudadano-político-partido”, sabiendo que como partido solo recibe un mandato meramente temporal, cuya continuidad esta sujeta a lo bien o mal que desde la política se ejecute lo comprometido.
La acción de construir en común requiere, para ser llevada a cabo, solo de la voluntad favorable de los actuantes, y aunque hoy se pueda argüir que los resultados son inciertos, debido a que nunca se intento establecer este tipo de relación, la intuición induce a pensar que el éxito está más cerca que el fracaso, ya que en el fondo lo que estamos planteando es la necesidad de sumar mayor cantidad de actores al debate de las ideas y de ello es más factible esperar mejores resultados.
Estaríamos potenciando el reconocimiento de la ciudadanía de los partidos políticos, aprendiendo y enriqueciendo los fundamentos de los temas que provocan el accionar del político y facilitando el re-posicionamiento de la política frente a la sociedad. La política que si alguna vez fue vituperada o descalificada como ciencia constructora de las diferentes opciones de la sociedad, no se debió a su ineficiencia, sino exclusivamente a la falta de aptitud o a la mala interpretación que sobre sus fines tuvieron algunos políticos de turno.
Este método, que se esta insinuando, esta forma de trabajar que propongo, es la que procuraré llevar a cabo de ser electo Diputado Nacional. Ni yo, ni ningún ser terrenal puede adjudicarse la posesión de la verdad absoluta sobre ningún tema, por lo cual, cuando a la búsqueda de las soluciones le agregamos actores deseosos de participar, debatir e involucrarse, por ser receptores de todo lo que se genera a través de la política, lo que estamos haciendo es simple y decididamente dar un paso en pro de acotar el margen de error y producir un acercamiento a lo más conveniente.
Cuando se actúa desfigurando intencionadamente la esencia del “poder que recibimos”, cuando lo consideramos patrimonio personal por haberlo obtenido en elecciones legítimas, y deseamos aferrarnos a él sin ocuparnos por las consecuencias de los actos que protagonizamos, estamos dañando a la política. Perjudicamos al ciudadano común que depositó sus ilusiones en nuestras propuestas electorales y a aquellos que comparten con nosotros el espacio político, convirtiéndonos en factor fundamental del proceso de degradación de la representatividad y el deterioro del grupo social que componemos. Si esta progresiva degradación encuentra continuidad en el tiempo por incapacidad de quienes tienen la posibilidad de efectuar las correcciones, el resultado es indefectiblemente la pérdida del apoyo de la comunidad y el traslado de ese apoyo hacia otros sectores.
Esto lo debemos aprender los políticos. Esto lo deben entender quienes dirigen los partidos políticos que son, en definitiva, no solo actores indispensables para que alguno de sus integrantes alcance un cargo electivo, sino también el respaldo y aval de las gestiones del electo, por lo cual deben guardar para si el derecho de inquirir de sus representantes, que ante cada ocasión que se les requiera las explicaciones correspondientes, que aquellos deberán cumplir acabadamente.
Buscamos que se respeten las reglas del contrato elector-electo-, comprometidos con la idea de que el trabajo en común, base de una manera diferente de construir la política. Es un desafío que se debe enfrentar, con el convencimiento de que la lucha por la solución de los problemas de la sociedad en general, sintetizada en la “lucha por el bien común”, debe ser objetivo y responsabilidad de la ciudadanía toda. Cada uno con sus diferencias, particularidades e individualidades, pero todos siendo parte primordial e imprescindible para la obtención del objetivo.
Personalmente aspiro que cada uno pueda realizar su vocación en un marco de igualdad de oportunidades, que la dignidad del prójimo sea una responsabilidad colectiva y que podamos desarrollar nuestra individualidad sin que ello signifique priorizarlo por sobre el desarrollo colectivo, porque una sociedad justa y soberana se construye cuando la voluntad individual interpreta fielmente que, si por entidad el hombre es un ser esencialmente social, la preocupación por el “otro” significa nada más que la construcción del espacio mas conveniente.
Esto actitud protagónica que propongo y con la que estoy comprometido, no es factible ni perdurable si nos dejamos avasallar por algunos que considerándose a si mismos como “iluminados” intentan ser proveedores de ideas intocables y pretendan ubicarse en sectores diferenciales al de los participantes comunes.
Los convoco a que nos animemos a abandonar nuestra actitud de “espectadores del transcurrir de la vida”, convirtiéndonos, de acuerdo a las posibilidades de cada uno, en “vigorosos protagonistas” de las transformaciones que nos permitan pensar que el bienestar colectivo es posible.
Para colaborar en este cambio, para luchar por objetivos superadores, deseo su acompañamiento para ser Diputado Nacional.
Sé que para serlo elegí el camino más complicado, no prometer soluciones mágicas.
Elegí invitarlos a comprometerse con la lucha.
Lo hago porque creo que si sumamos acción, más dinámica, más deber, el objetivo es alcanzable.

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