sábado, 7 de julio de 2012


“EL RUMBO DE LA UNION CIVICA RADICAL”
Por: Ing. Mario Jaraz

A través de la  lectura de un comunicado de la Dirección de Prensa del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical he tomado conocimiento de la decisión adoptada en una reunión nacional organizada por el mismo, a la que no fui convocado pese a ser integrante del Plenario del Comité Nacional en representación de la Provincia del Chaco, en el sentido de que la responsabilidad de las elecciones de Legisladores a realizarse durante el año 2013 son responsabilidad exclusiva de cada uno  los Distritos provinciales. Esta resolución es coincidente con declaraciones que anteriormente  formulara el Presidente del Comité Nacional a los medios de comunicación,  exponiendo su parecer.
Disiento con esta determinación y la ratificación de ese pensamiento me llevaron a exponer algunas reflexiones que espero sean útiles en este momento tan particular que vive nuestro partido. 
Hay cosas que suceden en los partidos políticos que resultan realmente insólitas y muy difíciles de entender.
Es evidente que uno de las cosas que muy pocas veces realizan  quienes dirigen los partidos políticos o actúan representándolo,  es el  análisis  de su actuación individual con relación al rol que está cumpliendo como consecuencia de su participación en la  política,  la incidencia que la misma ha tenido en el funcionamiento del partido y como consecuencia,  cual fue el impacto que las mismas tuvieron en la sociedad, sobre todo en aquel segmento que,  más allá de los que siempre han adherido al partido, habían generado algún tipo de expectativa positiva.
La falta de voluntad por revisar las acciones, tanto personales como del conjunto,  puede ser considerada como una falta de consideración y respeto por el pensamiento de los  demás pero también una  conducta poco dispuesta a la generación de cambios, correcciones o rectificación de rumbos que de alguna manera pudieran suponer algún tipo de desplazamiento de los lugares de privilegio.
El instrumento a partir del cual,  desde fuera de las estructuras, la sociedad se expresa sobre la bondad y calidad de las actuaciones individuales y de los partidos políticos que los agrupan, son sin dudas los actos electorales. Sus números son siempre elocuentes transmisores del sentir general de la gente y los mismos no pueden ser ignorados al momento de tratar de entender los porque de los rechazos sufridos.   
Pero lamentablemente, ni la contundencia de los resultados electorales adversos que la UCR está padeciendo en los últimos años parecen tener la  suficiente fuerza  como para promover acciones que indiquen la necesidad de profundizar en la búsqueda de  las causas y los porque,    que determinaron tan baja  cantidad de aceptaciones.
Lo normal es la utilización de escusas pre armadas cuyo único móvil es encontrar causas exógenas que argumenten  que la derrota, cuando se está en la oposición, fue provocada por el indiscriminado uso que se hace desde el oficialismo de las estructuras y el dinero del gobierno, y cuando la situación es a la inversa, que los resultados se deben especialmente a un heterogéneo agrupamiento de fuerzas políticas  confabuladas con diferentes corporaciones que siempre apuestan al fracaso de los gobiernos como manera de acentuar su poderío.
Pero pocas veces, o casi nunca, podemos conocer conclusiones surgidas de grandes y abiertos debates que entre otros testimonios   incorporen también a  los errores cometidos, muchos de ellos graves, como causantes de las debacles sufridas.
Perdemos, pero observando la conducta de nuestros dirigentes, da la impresión que la culpa la tuvieron los votantes por no haber sabido elegir. Nosotros no nos equivocamos en nada. Ni en los planteos, ni en las alianzas, ni en los agrupamientos, ni en las personas que nominamos, etc.
Resulta asimismo alarmante  observar que el    silenciar los errores deja abierto el espacio para que los “capitanes de las derrotas” como se los llama vulgarmente,  continúen actuando con total abuso frente a  militantes y adherentes, y sigan usufructuando de los cargos de relevancia sin ningún tipo de pudor.
Ningún dirigente político cree en la necesidad de brindar explicaciones de sus actos. Resultan hasta agresivas las actitudes que asumen cuando desde algunos espacios se los llega a   inquirir o cuestionar por sus actos.
Además no es la coherencia ideológica una señal distintiva de sus labores. La necesidad del triunfo y el acceso al poder, como objetivo exclusivo del accionar político,  pareciera ser el callejón en  el cual encuentran espacios las incongruencias, la desviación ideológica y las increíbles e inconsistentes explicaciones.
¿Por qué esta introducción?
Porque no entiendo más a los dirigentes de mi Partido, la Unión Cívica Radical. Un partido grande, con una real  cobertura nacional, claro en su ideología y objetivos, sostenido por un amplísimo sector de la sociedad, que está siendo convertido, por obra y gracia de las continuas decisiones de su dirigencia,  en una simple confederación de   partidos provinciales, en  la que cada uno practica el juego que le parece más le conviene sin importarle que esta situación provoque en el  Partido la disolución de su envergadura, una profunda fragmentación    y la pérdida de credibilidad por parte de la sociedad.
Este escenario atomizado que se presenta en lugar de propiciar el fortalecimiento del federalismo promueve la indisimulada confrontación entre los diferentes intereses provinciales que desplaza del debate la  imprescindible tarea de la política radical,  y por ende de sus representantes, de luchar y bregar constantemente por un país de iguales y para todos. El alto sentido del Federalismo que siempre promovió el radicalismo conlleva consigo como elemento innegociable    la subordinación de lo particular a lo general.  Un verdadero partido nacional no puede exhibir posturas parciales,  contradictorias entre sí, en su concepción y en la determinación de las prioridades para poder  desterrar las desigualdades  provinciales existentes.  
Con la medida adoptada estamos predisponiendo a que nuestros dirigentes promuevan  en sus provincias, asociaciones de partidos con el único fin de lograr el triunfo,   aunque ello signifique el otorgamiento de concesiones, hasta doctrinarias,  impensadas para otros tiempos. Pareciera que alguien se olvidó de aquella máxima de don Hipólito Irigoyen que expresaba que no importaba cuantas elecciones se perdían si la causa era la conservación de los principios.  
Estamos fomentado la aparición de contradicciones indisimulables pero muy molestas entre decisiones adoptadas en distintas provincias.   
No estoy hablando desde lo abstracto, sino desde las consecuencias reales que una conducta como la que nuevamente se propone,  provocara  en diversas oportunidades en los últimos años.
Con gran dolor y sin ánimo de ofender a nadie, podemos decir que la imagen que  llegamos a percibir es la de dirigentes buscando espacios, o personas,  dispuestas a llevar a la UCR y a ellos mismos como complemento de otros proyectos, generalmente diferentes, ofreciendo a cambio una trayectoria partidaria ayer señera y dominante.
¿Y entonces, porque se insiste? ¿Dónde queda la dignidad de la UCR, otrora realmente un gran partido nacional convertido hoy en un reducto contestatario totalmente segmentado? Sin detallar actitudes personales causantes de enormes perjuicios al partido operando desde otros espacios al que acudieron comprados por el aroma a poder que se les ofrecía y hoy deseando ser referentes en un retorno provocado por los rechazos personales de actitudes que por ignorancia o petulancia, en nombre de las ambiciones personales, no se podían ni debían ser desconocidas.
Todavía hoy está la UCR sufriendo las consecuencias de las conductas erráticas y pendulares de muchos de sus principales dirigentes que llevaron al partido a tener que soportar el descreimiento de la sociedad y a determinados personajes a luchar para intentar disimular el ridículo del que intentan volver.
No es preciso relatar en detalle lo inconveniente que resultaron las asociaciones con  Lavagna y De Narvaez, entre otras, porque son conocidas por todos, pero especialmente porque los resultados obtenidos en las elecciones   nos eximen de agregar argumentaciones.
Fuimos muchos los que, tratando de aportar para el partido, intentamos explicar lo inexplicable y muchos somos los que no comprendemos en nombre de que se insiste en metodologías que para lo único que sirvieron fue para desprestigiar a nuestro Partido y ubicarlo en un sitio no acorde a los valores que ostenta, del cual la única manera que existe para rescatarlo, es a partir del retorno a todo lo que realmente es la UCR por historia, por capacidad de ser presente, escapando de la imagen de un simple grupo faccioso que vive exclusivamente buscando espacios de poder para algunos de sus “capos”, que cuando suelen llegar, no saben realmente para que están y solo se suman resignadamente a tratar, intentando colocarse en el rol de opositores, la agenda que otros le proponen.
Cambiar de actitud debe ser la consigna, pero para convencerse de que ese es el camino, es imprescindible saber que se es….
 

  

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