domingo, 14 de noviembre de 2010

"EL PODER" *Por: Ing. Mario Jaraz

La proximidad de las elecciones nacionales, provinciales y municipales que se realizarán en el 2011, precedidas por las elecciones internas que cada uno deberá realizar, ha despertado dentro de los partidos políticos, más allá de las simulaciones de consenso que normalmente se pretenden transmitir, una lucha por los diferentes espacios de poder que puede alcanzar niveles de competencia que podríamos calificar hasta de feroces.
Esta puja, que siempre se intentó encubrir con el fin de que la sociedad no perciba los límites a los que la misma llega, expone con toda crudeza y en toda su dimensión hasta donde cada uno de los actores es capaz de llegar por conseguir sus objetivos.
Este momento de la contienda no responde a la desesperación por imponer determinadas ideas o proyectos, sino a intereses personales o de grupos que se plantean como necesidad imprescindible, para dar cauce a sus ambiciones, la derrota de aquellos que puedan significar un impedimento para la concreción de sus deseos.
Este tipo de confrontaciones por el poder que no se rige por normas sino que apela a formas, métodos y argucias informales que no encuentran otro entorno ético y moral que el que cada contendiente prefiera adoptar.
En su devenir se van provocando situaciones cambiantes que abarcan un espectro que transita toda la gama posible de estado de rechazo o aprobación, amigos enemigos, pases, degradaciones, atc.
Mientras tanto, la sociedad generalmente observa indiferente los hechos,
Son pocos los políticos que plantean la lucha desde el espacio de las ideas, exponiéndolas, y alentando el debate como forma de dirimir supremacías. Estos son los que buscan el apoyo de la sociedad proponiendo desde el propio inicio la utilización prioritaria de la razón por sobre la mera acción confrontativa.
Más allá de lo que cada uno pueda imaginar que provoca la búsqueda del poder, resulta interesante bucear, aunque más no sea ligeramente, en los análisis que grandes intelectuales le fueron brindando a este tema tan discutido, apreciado y rechazado como el poder.
Bertrand Russell aceptaba la idea de que el poder, juntamente con la gloria, eran la aspiración más alta y la recompensa más grande de la humanidad.
Max Weber decía que poder “es la posibilidad de imponer la propia voluntad al comportamiento de los demás”, agregando que el uso del poder depende, en parte, de que se mantenga oculto, de que su sumisión no sea evidente a los que la prestan.
La ratificación de este concepto podríamos ratificarlo recordando que el ex presidente de la Nación, Dr. Carlos S. Menem, cuando buscó el poder le planteó a la sociedad un determinado plan de acción y cuando logró, legítimamente, a través de los votos de la gente, la cesión del mismo y pudo acceder al Gobierno de la República, implementó un plan diametralmente opuesto al que le promoviera la adhesión de la gente. La admisión de la mentira a la sociedad fue personal, expresando en determinado momento que si hubiera dicho la verdad de lo que pensaba hacer, “nadie me hubiera votado”.
Esta actitud demuestra que en muchas oportunidades cuando se busca el poder no se repara en los caminos para llegar a él.
John Kenneth Galbraith, en su libro “La Anatomía del Poder”, que en su tapa indica que el mismo es “…para todos quienes deseen comprender el fenómeno del poder, o ejercerlo”, refiere que:”…el poder se somete firmemente a la regla de tres. Hay tres instrumentos para ejercerlo o imponerlo, y hay tres instituciones o caracteres que conceden el derecho a su uso”.
Expone que los tres instrumentos para el ejercicio del poder son:
Condigno: Obtiene sumisión por la capacidad de imponer a lo que la gente percibe como un pensamiento diferente. La aceptación está asociada al temor por el castigo.
Compensatorio: Obtiene la sumisión mediante el ofrecimiento de una recompensa.
Condicionado: Se ejercita modificando la creencia. Es aceptado voluntariamente, sin compulsión, a partir de la educación, etc.
Podríamos agregar que de las tres formas de ejercicio del poder que se determinan, hay una de ellas, el compensatorio, que sin dudas es la que con más precisión podemos decir que fue utilizada en nuestro país en gran parte del siglo XX y lo que transcurrió del XXI.
¿El ejercicio del poder es distintivo de las fuentes que nutren al mismo?
Hay tres fuentes de poder:
Personalidad: Es la cualidad del aspecto físico, la inteligencia, facilidad de palabra, certidumbre moral.
Propiedad: Otorga aspecto de autoridad, certeza de objetivos. Esta asociado con el poder compensatorio.
Organización: Es la fuente más importante del tiempo moderno. Se relaciona directamente con el poder condicionado.
Para el ejercicio del poder se necesita organización.
En los tiempos modernos la personalidad está muy asociada al poder condicionado, con la capacidad de seducir y suscitar fe.
Existen numerosas combinaciones entre los instrumentos y las fuentes del poder.
Los fines por los que se busca el poder son a menudo amplia y reflexivamente ocultados mediante astutas tergiversaciones.
Es importante entender que más allá de todas las causas por las que se quiere ejercer el poder, está el querer tener poder por el poder mismo.
En ningún otro caso de la existencia humana se halla la vanidad sometida a tanto riesgo. Dijo William Hazlitt: “el amor al poder es el amor a nosotros mismos”.
El poder es perseguido no sólo por los servicios que presta a intereses personales, valores o percepciones sociales, sino también por si mismo, por las recompensas emocionales y materiales que su uso provee.
El deseo de tratar de entender la problemática del poder y especialmente de quienes aspiran a ostentarlo, es porque el poder no encuentra su residencia en un solo espacio sino que surge desde diferentes espacios de actividades de gran influencia en la vida de un país.
Formas de gobierno, modelos de desarrollo económico, diferentes concepciones éticas y morales, fueron propiciando diferentes centros de poder, que según su esencia propiciaban un diseño de sociedad acorde a su particular mirada que habitualmente no contemplaba en su exacta dimensión la realidad, el futuro y el destino de los demás integrantes.
Se habla del poder de los industriales, de la gente del campo, del sector financiero, de la prensa, de la salud, del conocimiento, del sector del trabajo, etc., cada uno imprescindible y trascendente en la vida armónica de una república, de una sociedad, cada uno de ellos comprometidos primariamente con su sector y aunque seguramente cada habitante del país pueda llegar a sentirse representado por alguno de los sectores, a la totalidad, al colectivo, al conjunto como tal solo el poder político los contempla y los debe contener y representar.
Es el poder político el que tiene por función la coordinación de los intereses de todos y cada uno, sean ciudadanos individuales, corporaciones o conjuntos, pero lamentablemente, es el que por diversas causas, con menos convicción, capacidad, constancia y osadía, cumplió eficazmente con su papel.
Una situación de mundo que permitió que determinados sectores llegasen a tener más poder que los propios estados provoco una profunda fractura en la sociedad mundial en la cual todavía hoy, la miseria, el hambre, la pobreza, la exclusión, el desempleo, la ignorancia, la marginación, forman parte de la vida de la mayor parte de los habitantes del planeta, más de los dos tercios, que se encuentran sumidos en un nivel de indignidad, solo posible a partir de una debilidad extrema perversamente provocada.
La corrección de esta situación, tanto en el mundo grande como en el pueblo chico, sigue siendo el gran desafío. Para todos los seres humanos que deben tomar real conciencia de una realidad insoportable y especialmente para los partidos políticos, que tienen la obligación de conformar el poder político y que para hacerlo deben saber elegir a los hombres más adecuados.
Y aquí está el porque de la voluntad personal de hablar, aunque muy sucintamente, sobre las características del poder y de los hombres y mujeres que bregan por llegar a tenerlo.
La pretensión no es tomar el tema como sujeto de debate, sino especialmente promover la reflexión individual y despertar en cada uno el deseo y la voluntad de ser más exigentes para con sus dirigentes.
Requerirles conducta, conocimientos, coherencia, lealtad, y la autoridad que surge no de la fuerza bruta que pueda detentar sino de la constancia por trabajar para no defraudar.
De nuestro rigor, depende nuestro futuro. De nuestro deseo de ser protagonistas, la construcción de nuestro bienestar y de la capacidad que tengamos entre todos para saber elegir, la posibilidad de acceder al bien común.
No debemos nunca olvidar: No se vuela como el cóndor solo por tener alas, para volar como el cóndor, hay que ser cóndor.

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