miércoles, 29 de septiembre de 2010

“LA MISION DEL VERDADERO RADICAL” - Segunda parte -

Escribe: Ing. Mario Jaraz

Escribíamos en la primera parte de este tema, sobre la necesidad que tiene la gente de la UCR de asumir plenamente y con total convicción que la elaboración de una Plataforma de Gobierno para este momento que esta viviendo el País debe responder plenamente a los principios ideológicos partidarios.
Y este llamado no responde al deseo de ser más original que otros en el planteo, ni a algún capricho pasajero que intente devaluar las cosas que con esfuerzo pueden estar realizando otras personas, sino exclusivamente al convencimiento de que en la observancia de los principios y fundamentos que dieron razón de ser a la existencia del partido se puede encontrar la inspiración necesaria para elaborar las medidas que se deben tomar para lograr las transformaciones que hagan de nuestro País una verdadera Nación igualitaria.

Resulta ineludible transcribir lo que en su libro “MOISES LEBENSOHN – El hombre que pudo cambiar la historia” escribió el ex Diputado Nacional por la Capital Federal Señor José Bielicki al referirse a los acontecimientos que pudieron influenciar en el excelso pensamiento del Dr. Lebensohn, de imprescindible conocimiento para todos los argentinos y especialmente los radicales.
Decía Lebensohn: “...El presidente Roosevelt probó como puede eliminarse la inseguridad humana en el régimen democrático. El New Deal (Nuevo Contrato Social) reorganizó la vida nacional, cuidó la niñez, abrió perspectivas a la juventud, dio trabajo y seguridad a los hogares ante los eventos del porvenir, devolvió la confianza en sus ideales a un gran pueblo y alejó, como dice la Declaración del Atlántico, el miedo a la vida”.
En el mismo libro, en párrafos posteriores, dice Bielicki al continuar relatando los pensamientos de Lebensohn: Resume entonces su programa: “Ansiamos que nuestro partido luche por la democracia, considerada no cual mero régimen electoral, sino como ideal de vida; que se convierta en instrumento de liberación espiritual, forjando conciencias libres; que no eluda ninguno de los problemas del trabajo, la cultura y el bienestar y consagre su preocupación a la formación y futuro de la juventud; que batalle por una Argentina justiciera, libre y humanista, sin hijos y entenados, en las que cada ser humano encuentre amplias e iguales posibilidades de desenvolvimiento de su personalidad y en la que el hombre, en su unidad, el argentino y el extranjero incorporado a nuestra tierra, sea el centro de donde irradien los impulsos y la finalidad vital y ultima de las actividades nacionales”.

¿No son muchas de estas, las falencias que esta viviendo nuestra sociedad?
El innegable mejoramiento global de la economía no está alcanzando a todos los sectores de la sociedad dejando fuera a una inmensa mayoría a las que permanentemente debe asistir con precariedad un Estado que, aún no ha podido restablecer su funcionamiento después del desguase que sufriera en las épocas del peronismo menemista, cuando un perverso neoliberalismo regaba sus inequidades por todo el ámbito de la República.
La precariedad de los sistemas de salud y educación, la falta de trabajo, la inseguridad, la delincuencia, y otros hechos que corroen la vida en sociedad, no son producto de la fatalidad, ni algún designio divino, son una causa directa de un país que no ha podido quebrar el esquema instrumentado por un conservadorismo que durante gran parte de nuestra historia impidió la construcción de las acciones reivindicatorias de la libertad y la igualdad.
No vamos a negar que se están realizando acciones buscando solucionar estas temáticas, pero desde otra visión ideológica, con otra perspectiva de los valores de la realización humana.
Esto es lo que el radicalismo debe anunciarle a la sociedad que viene a cambiar, diciéndole también como y de que manera espera lograrlo.

El discurso radical debe ser orgullosamente pronunciado porque lo que hoy debemos exponerle a la sociedad que deseamos hacer, tiene antecedentes más que contundentes en lo que se hizo cuando se estuvo en el gobierno.

Debemos reflejar como aún la sociedad padece de realizaciones de los gobiernos del Dr. Hipólito Yrigoyen y Marcelo T. de Alvear que posteriormente al derrocamiento del Presidente Irigoyen en el año 1930 fueron destruidas o distorsionadas.
Es imperioso mostrar como las fuerzas retrógradas interrumpieron intempestivamente uno de los gobiernos más progresistas que tuvo el país como lo fue el del Dr. Arturo Illia, que sin condiciones externas excepcionales, pero con una gran convicción ideológica y una férrea voluntad republicana, fue instrumentando los cambios y produciendo un crecimiento que aún hoy algunos analistas no alcanzan a entender como se produjeron.
No se puede el radicalismo privar de explicar, todas las veces que sea necesario, que el Dr. Raúl Alfonsin debió asumir el gobierno de la Nación en quizás uno de los momentos en los que mayor peligro corrió la existencia del sentido mismo de su existencia, y si hoy muchos lo denominan “Padre de la Democracia”, deberíamos agregar sin temores que es también el “Padre de la Nueva Convivencia entre argentinos”. Muchos, para sobrevivir politicamente, hacen hincapié en un supuesto fracaso económico, pero se olvidan de analizar cuales fueron las causas y los “personajes” que provocaron dicha situación.

Podemos sintetizar este deseo de ser protagonistas del verdadero cambio revolucionario que la sociedad argentina espera expresando que nos animamos a proponerlo porque tenemos la ideología, los principios y las ideas y porque también somos capaces de demostrar que cuando la sociedad nos eligió supimos encaminar el país hacia un cambio profundo.
¿Por qué todavía no pudimos lograrlo en su integridad y en algunas oportunidades tuvimos que abandonar el ejercicio del poder cuando las sociedad nos había elegido?
A esta pregunta también podemos responderla, pero quizás llegó el tiempo en el que opositores a nuestros gobiernos se animen a contestar con honestidad a la pregunta:
¿Y ustedes que estuvieron haciendo cuando eso pasaba?

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