jueves, 26 de enero de 2012

PARA LA POLITICA, ¿SOLO DINERO? Y LA DIGNIDAD ¿QUE?

por: Ing. MARIO JARAZ

Hay temas que pese a su complejidad deben ser abordados con total responsabilidad y honestidad.

Entre ellos existen algunos que tienen impacto primordial en el humor de los políticos porque se ha instalado en el pensamiento global de quienes aspiran a lograr espacios de trascendencia, que para ambicionar el éxito un valor primordial a tener en cuenta es la posibilidad económica.

Nadie puede negar que las campañas electorales son extremadamente costosas y estos costos aumentan permanentemente a medida que se van incorporando elementos con los cuales se espera poder seducir a los ciudadanos.

Asesores de imagen que opinan la mayoría de las acciones que deben tomar los candidatos, sean estas arreglos físicos, maneras de hablar, de vestirse y hasta sobre el contenido de los discursos y conversaciones; encuestadores que constantemente informan sobre el real posicionamiento de los candidatos en la sociedad, publicidad callejera, en medios de comunicación, panfletos, viajes, etc.etc. van conformando un cúmulo de gastos que van limitando la posibilidad de acceso a la disputa a muchos que, con condiciones intelectuales suficientes, sino disponen es estructuras muy preparadas para abordar todos los ítems que permitan presuponer el triunfo, sienten la imposibilidad de lograr los fondos necesarios para competir en igualdad de condiciones.

Estamos asistiendo a una discriminación importante que deberá ser corregida partiendo de articulaciones partidarias que tiene que ver con la conciencia ética de los integrantes del partido.

Pero además de esto que escuetamente exponemos, y que si todo sigue por el mismo rumbo que hasta hoy, sin dudas, continuará, existe un rubro del que nada se dice en público, que no se comenta en reuniones abiertas y si se lo hace es para acusar a los adversarios de aplicarlo, que según las circunstancias, llega a tener participación trascendente en los resultados.

En sectores de la sociedad con “necesidades básicas insatisfechas”, con alto grado de supervivencia asistida, educadas en el sistema del asistencialismo estructural y atemorizadas por la amenaza de ser sacadas del sistema, lo que la gente está entregando a cambio es su “libertad de elegir”, la posibilidad de expresar su deseo en forma totalmente libre y frente al acoso entre quién hoy está y quién mañana quiere estar, se presta al juego de “la oferta y la demanda” intentando conseguir algo más. Cada acto electoral le permite, lamentablemente, poner en “venta su voluntad”. Su participación en el juego es imprescindible, pero no es totalmente culpable.

Esta manera de relación entre políticos y necesitados ( a veces algunos no tan necesitados) se ha convertido en un “vicio” de muy difícil erradicación, porque si bien reconoce un origen totalmente válido, cual es el compromiso ético del gobierno (Bernardo Klisberg en: “Una Economía con rostro humano” ) de contribuir a mitigar las carencias elementales de los ciudadanos, especialmente cuando estas son alimenticias, el tiempo, el mismo, en lugar de obligarse a promover simultáneamente a estas asistencias, políticas de desarrollo integradoras que vayan incorporando a todos y cada uno de los habitantes a su rol de ciudadanos libres y aptos de lograr su propia subsistencia, admitió perversas lecturas del compromiso de convivencia que asumen todos los integrantes de un grupo social, que convirtieron un acto absolutamente obligatorio y prestigioso para quienes lo instrumentan y lo practican, en un instrumento atentatorio de la dignidad de seres humanos que por necesidad deben prestarse al juego.

Y entrar en este juego, también requiere, de parte de políticos con “escrúpulos cuanto menos frágiles”, de importantes sumas dinerarias. El deseo de asegurar el voto va imponiendo cada vez menos límites a las entregas y las promesas. Sin formular en este momento opinión sobre lo digno o indigno de la actitud de la persona que ofrece, resulta realmente preocupante observar que la palabra límite está perdiendo totalmente trascendencia.

¿Cuál es el límite? ¿Quién lo puede imponer?

Resulta evidente que la “Ambición personal” no es la más propicia.

Tengo el convencimiento que ideologías que hacen de la dignidad del hombre el centro de su accionar y una educación que revalorice principios que hacen a la propia existencia de las personas, son, junto a la convicción plena de la necesidad de abandonar prácticas obscenas para el decoro y la vergüenza humana, los elementos indispensables para erradicar del folklore de la actividad política actitudes de esta naturaleza.

No alcanza, no sirve, declamar grandes prohibiciones si en cada grupo de acción no existe el convencimiento de que es preciso cambiar. Los Partidos Políticos tienen en este aspecto un rol fundamental a cumplir.

¿Y nosotros los radicales?

La UCR debe dejar de utilizar maneras de conseguir votos que se contradicen con la ideología del Partido que declara permanentemente que “su lucha está centrada en la búsqueda del bien común y la dignidad del hombre”.

No puede ni debe la UCR participar junto a los demás partidos políticos en una desenfrenada carrera de ofrecimientos de bienes materiales a cambio de votos que desnaturalizan totalmente el principio del respeto de la libertad de pensamiento y acción.

No podemos los radicales seguir observando como la voluntad de las clases más necesitadas y numerosas, es un bien de cambio que se cotiza en el mercadeo de los votos al mejor postor y evitar que con el transcurrir del tiempo se continúen perfeccionando los métodos de dominación del poderoso en detrimento del necesitado.

No podemos seguir mirando hacia otro lado pretendiendo ignorar lo que a nuestro lado está pasando. No podemos seguir siendo cómplices.

¡Que nadie se haga el sorprendido frente a lo que estoy exponiendo!, porque todos sabemos que sucede, sucedió y si no tomamos la decisión de reivindicar en forma urgente determinados valores que hacen a la convivencia real en sociedad, seguirá sucediendo y todos seremos cómplices de esta nueva forma de esclavitud creada con el fin de alcanzar poder.

Muchos en voz baja dirán que si no utilizamos estos nefastos procedimientos nunca arribaremos al poder y de esta manera nos estaremos excluyendo de las luchas por las reivindicaciones de la sociedad.

Creo firmemente y estoy convencido que no.

Creo que una militancia activa y comprometida con otros valores, que se ocupe de difundir la alternativa distinta y concientizar a la gente sobre la posibilidad de transitar por caminos diferentes para alcanzar los objetivos primarios que hoy muchos le prometen, pero que, en realidad, lo están engañando. Creo que la gran mayoría de la gente, pese a estar hostigada por sus necesidades insatisfechas, por su desamparo y hasta en casos, por la ignorancia, conserva intacta su innata ambición de acceder a una vida mejor que es lo que se debe incentivar como posible y realizable. Se estará ayudando a cambiar… Se estará obligando a cambiar…

Es, sin dudas, una tarea extremadamente difícil, que requiere como primer argumento motivador la claridad del porque de la participación en política, acompañada por el enamoramiento a una ideología que a través de sus componentes brinda el convencimiento de que es factible la construcción de un mundo más justo, mejor y para todos y para lo cual resulta imprescindible el amparo de un partido político que sea capaz de cobijar sus inquietudes, dar respuesta a sus ansiedades y otorgarle la certeza de que la pertenencia otorga el beneficio del protagonismo.

¿Qué intento insinuar además? La imperiosa necesidad de recuperar para la política el insustituible beneficio de la tarea participativa y comprometida.

¿Cómo seguimos? Animándonos a decir todo lo que pensamos, todo lo que deseamos, lo que no nos gusta y lo que aspiramos, será la única forma de conseguir que nuestro Partido, la UCR, sea el espacio propicio para materializar el principio básico que justifica la participación en la política que es la preocupación y la ocupación por los problemas de nuestros semejantes y los propios. Como expresa uno de los mandamientos, que con gran calidad da razón de ser a la esencia de la política y a la participación en la misma cuando dice (no textualmente) “Amarás a tu prójimo como a ti mismo…”

Muchos parece que lo han olvidado…

Creo que es muy difícil, quizás imposible, pretender ser digno cuando se practica la indignidad…

En la política ¿hace falta dinero? Seguramente que sí, pero hará falta menos si nos animamos a cambiar muchas cosas.

Un conocido pasaje histórico dice: “…SI LO QUEREIS, NO SERA UNA LEYENDA…”

Chau. Hasta la próxima (si es que la hay…que se yo, pasan tantas cosas…)

P.D: En las elecciones P.A.S.O. realizadas el año pasado en mi provincia (Chaco) me presenté como precandidato a Diputado Nacional por primera vez en mi vida. Entre 7 candidatos salí último. Apliqué junto al grupo de auténticos radicales que me acompaño lo que en esta nota propongo, no nos dejamos torcer el brazo por ninguna causa y pese al resultado me sentí y siento muy bien…el año que viene haremos lo mismo y su práctica es exigencia básica para todos los que deseen participar en nuestro grupo.

Por las dudas, no nos copien…si seguimos igual, salvo una catástrofe nacional que no deseo, no podemos asegurar nada…

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