jueves, 22 de julio de 2010

¿INTERESA HACER UN ANALISIS ETICO DE LAS ACCIONES POLITICAS?

-Un tema a propósito de la discusión sobre las reelecciones-

Por:Magíster Ester A.Staroselsky de Jaraz

En política es aceptado como algo tácito que una buena forma de hacer política es ser “pragmático”. Consideran que es algo innecesario hacer análisis teóricos o alguna consideración conceptual porque eso es “sólo” una pérdida de tiempo. Lo importante es saber estrategias que una vez aplicadas consigan votos seguros. Cada militante se mide en razón de los cálculos materiales de cuánta gente es posible que le otorgue su voto. A su vez el que otorga el voto espera de su representante que éste le reconozca su apoyo mediante el cumplimiento de cualquier tipo de regalía, según se trate del caso.
Todo este modo de actuar es algo aceptado como algo propio y “natural” de la actividad política, casi nadie la cuestiona. Este modo de actuar consensuado es lo que consideramos el modo moral de actuar de una persona. Lo consideramos moral porque se constituyen en normas de nuestro comportamiento, aún cuando no estén escritos y formalmente aceptadas por la sociedad.
La característica de los comportamientos morales es que son propios de cada grupo social, varían con el tiempo, son imperativas, es decir no se cuestionan sino que la sociedad exige un cumplimiento ciego de ellas y tienden a ser celosamente conservadas, pretendiendo no ser nunca modificadas, sobre todo porque son beneficiosas para los grupos dominantes. Interesa también destacar que entre las características de las normas morales que se traducen en códigos de comportamientos, como son el resultado de la acumulación de las experiencias sociales pueden coexistir a la vez en el mismo tiempo, normas contradictorias. Como es el caso de que en nuestra época lo característico en cuanto a la norma vigente es intentar siempre violar las normas. Lo descrito más arriba es un caso típico de código contradictorio. Declaramos ser respetuosos de las normas morales pero de hecho vivimos violándolas con la justificación de que todos lo hacen y que solamente los soñadores, inocentes y “tontos” son los que pretenden cumplir con las normas positivas de un orden democrático que pretende buscar la participación de todos los ciudadanos y así lograr para todos el equilibrio de la justicia social.
El beneficio que logramos con el respeto de los códigos en sentido positivo y no violatorio es que este modo de actuar permite acumular y condensar experiencia social porque se supone que permitirán la supervivencia del grupo. Lo negativo de ellos es que, si paralelamente la sociedad no permite que se renueve a través del cuestionamiento de las nuevas generaciones, se asfixia y muere, tal como históricamente sucedió con grandes civilizaciones que levantaron poderosos imperios.
Nosotros, sin embargo nos consideramos hijos de las revoluciones que dieron origen a la cultura moderna cuya característica principal es que su centro de preocupación es el hombre y su vida en el planeta.
Esa cultura, el principal lema que nos enseñó fue la nueva manera de encarar las conductas morales: antes de actuar se deben sopesar todas las posibilidades y elegir mediante la razón aquella norma que aplicada a cada situación, no solo represente el mayor beneficio individual y grupal, sino que también implique el menor daño posible como consecuencia de su actuar. Si bien en otros países se considera que esta cultura está perimida o cuestionada y ya está vigente otro tipo de cultura, los latinoamericanos todavía nos reconocemos, al menos en nuestros discursos, como hijos de la cultura moderna aunque en realidad, nos parece, como está dicho al principio de este articulo, tonto y pueril “pensar y luego actuar”.
Sin embargo hay algo que quedó plantado como una semilla de esa cultura y es, que hace muy poco tiempo surgió una disciplina filosófica que se llama Etica que intenta florecer y dar frutos en medio de la crisis de todo orden que vive nuestra cultura. Intenta por medios racionales encontrar un camino en que las normas de nuestros comportamientos surjan por análisis racional y por consenso de todos los ciudadanos en un plano de igualdad.
El otro fruto de esa cultura es la forma política de la democracia que coincide, en sus fundamentos, con las intenciones y objetivos de la ética. En resumen, se trata de no ser maquiavélicos en el sentido de que en la política no es posible la consideración ética de los conflictos. La democracia y la ética, al depender del uso de la razón en el sentido de análisis crítico y del consenso de los ciudadanos son por ello muy frágiles.
El resultado de largos períodos históricos, hablando en este caso ya de la Argentina específicamente, de políticas educativas que sobrevaloraban lo práctico por sobre lo teórico, ideológico o como lo quieran llamar, dio como resultado que esa aspiración de la posibilidad de conductas racionales y consensuadas en el conjunto de la sociedad, hoy sean imposibles de practicar. El peligro de las conductas prácticas, sin análisis crítico previo por parte de los ciudadanos es que son “ciegas”, en el sentido de que no tenemos ningún tipo de idea de cuales pueden ser las consecuencias de nuestras decisiones y entonces no creernos responsables de ellas. Y…ser ético es precisamente poder tomar tales decisiones de modo tal que tengan en cuenta la posibilidad de prever sus consecuencias y su impacto en la vida de todos los ciudadanos.
¿A cuento de que hicimos esta introducción tan larga y abstracta y desvalorizada por la mayoría de los ciudadanos?
Hoy estamos ante una situación que se está planteando en la sociedad, de que los que están en funciones, ya sean legisladores, funcionarios, etc. aspiren a ser nuevamente reelegidos o aunque más no sea continuar en otra área, prolongando una estadía que en muchos casos ya es muy larga…Si consideramos lo que analizamos más arriba, cae de maduro que no sería ni ético ni conveniente para la democracia que ello ocurra.
Ya lo afirmamos anteriormente, la ética y la democracia son muy frágiles y la sociedad solo tiene una chance de seguir progresando, sólo si permanecemos fiel a los principios éticos y democráticos: permitir la renovación constante de los funcionarios que ocupan los cargos electivos para que así cada ciudadano pueda a la vez participar y hacer sus aportes y con ello sentirse responsable de las consecuencias de sus decisiones.
Tal vez eso parezca algo pueril para quien toda su vida tuvo como valioso “ser prácticos”. Pero, el momento de la historia que estamos viviendo es único y distinto de todas las otras porque las decisiones que tenemos que tomar se enfrentan con desafíos que si no son debidamente analizados sus resultados pueden ser catastróficos. Los desafíos a los que nos referimos son por ejemplo que los llamados “países subdesarrollados” o pobres representan hoy la posibilidad de innumerables fuentes de riqueza, entre ellas la de un elemento tan vital como el agua del que irónicamente los países “desarrollados” o ricos son pobres, al igual que en otro tipo de riquezas. ¿Cómo defenderemos nuestro patrimonio si permitimos la continuidad de viejos hábitos viciosos que regalan alegremente nuestro patrimonio? La constante renovación y participación de la mayor cantidad de ciudadanos es un imperativo de la hora que vivimos y también es imperativo la creación de muchos nuevos espacios que permitan la participación de grupos etarios a quienes hasta ahora no eran tomados en cuenta, como por ejemplo los niños. ¿Por qué no? Si el futuro es de ellos no nuestro.




No hay comentarios: