viernes, 26 de marzo de 2010

“¿CRISIS EN EL RADICALISMO CHAQUEÑO?”

-Aporte para tratar de encontrar la salida-
Ing. Mario Jaraz


El Radicalismo de la Provincia del Chaco esta viviendo una difícil y complicada situación interna.
Esta situación encuentra su origen en diferentes sucesos.
Resultados electorales adversos, éxodo de militantes que buscaron en otros espacios la realización inmediata de sus ambiciones personales, aún cuando estos espacios significaran desde lo doctrinario, polos opuestos, in conductas partidarias y deslealtades, derivaron en una debilidad que desde lo teórico resulta difícil admitir en un partido que estuvo doce años ejerciendo el poder en la provincia.
La imagen de fortaleza sostenida en una serie importante de éxitos electorales y una muy buena gestión gubernamental, transmitía una imagen partidaria de cohesión e invulnerabilidad, y este círculo virtuoso se completaba con la coexistencia de diferentes líneas internas.
A los ya expuestos problemas es imposible no incorporar y admitir los producidos por el desgaste producido por el ejercicio del poder, no únicamente en quienes ocuparon altos cargos sino también en la militancia cercana, como también debemos tomar muy en cuenta, por la gran importancia que tuvo, la sumatoria de errores estratégicos cometidos durante los procesos electorales.
Las consecuencias de este tiempo de deterioro provocan hoy las duras circunstancias internas que se viven.
Para entender el hoy, seguramente debemos saber mirar el ayer.
El proceso de resurgimiento y crecimiento radical comenzó en el año 1994 con la formación de la línea Convergencia Social liderada por el Dr. Angel Rozas, cuyo trabajo viabilizó la obtención de la conducción del Estado provincial.
A la par de este logro el radicalismo obtuvo la conducción de un gran número de intendencias, junto a concejalías y diputaciones, nacionales y provinciales, que con el transcurrir de los años y gracias a acertadas medidas adoptadas en función de gobierno tratando de cumplir con las expectativas generadas con su aparición, fueron incrementándose hasta constituirse en un poder “casi hegemónico” en la conducción de la cosa pública de la provincia. Se crecía no solo en número de representantes sino en la aceptación de la propuesta de parte de la comunidad radical y especialmente de los sectores de la sociedad considerados independientes.
Este movimiento partidario, que también conducía, y aún conduce, la Unión Cívica Radical, tuvo, desde lo electoral, puntos culminantes como la reelección del Dr. Angel Rozas como gobernador, la transmisión del mando provincial de un político radical a otro político radical, la elección del Dr. Angel Rozas como Diputado Nacional con más del setenta por ciento de los votos, momento en el pareció encontrar su cúspide, dado que, a partir de allí, por diversas causas, muchas de las cuales ya enumeramos y otras que aún hoy generan preguntas sin respuestas, comenzaron a producirse una serie de contrastes electorales que no solo se patentiza con la perdida del gobierno provincial, la disminución de representantes en los diversos espacios, sino también, y esta debe ser la gran preocupación, en problemas en el sector interno del partido y cierto recelo en la mirada favorable de parte de la ciudadanía que apoyaba abiertamente la gestión.
Desapareció la euforia, llegó la pesadumbre. El optimismo fue desplazado por el pesimismo y el desánimo ocupó el lugar del entusiasmo.
Rostros adustos que demuestran hoy la disconformidad por todo lo desperdiciado.
¿Se pueden buscar las respuestas?
¿Se agotó el modelo de gestión y acción? ¿Hubo aburguesamiento de parte de quienes tenían la obligación circunstancial de ocupar cargos de conducción? ¿Se defraudaron las expectativas?
Hubo un problema que surge sin necesidad de emitir un interrogante que genere una respuesta, sobre el que tampoco nadie se sintió obligado a dar explicaciones.
Existió un tiempo del ejercicio del gobierno en el cual se produjo una gran separación entre este y el partido.
Partiendo del error de que quien accede al gobierno debe trabajar para todos los ciudadanos, lo que le requiere desprenderse de lazos que puedan significar la posibilidad de ser considerado como subjetivo en sus decisiones, hubo gobernantes que ignoraron al partido, despreciando la posibilidad de que la militancia a través de él pueda expresarse y hacer llegar sus inquietudes y opiniones.
Este tema fue la madre de grandes dificultades y divergencias.
Se pueden continuar detallando acciones y actitudes, como lo que sintió mucha gente de que había “algunos” que se adueñaron del partido y el movimiento y entendían ser los únicos con derecho a representarlo. Sin ningún tipo de escrúpulos estos señores saltaban entre cargos de diferente índole, que sin duda requerían de una gran amplitud de conocimientos, pero siempre estuvieron y están, mientras que los demás, la gran mayoría, debía conformarse con sentirse parte del partido y disfrutar porque el mismo se encontraba en el gobierno.
Por miedo, por temor o por soberbia, ninguno sintió la necesidad de rendir explicaciones de su proceder a la gente.
La lista de las agresiones provocadas al partido puede ser muy larga, tan larga como cada uno desee conforme a su propio estado de ánimo, pero lo importante es tomar conciencia que lamentablemente todas las cosas que ocurrieron, no se transformaron en neutras sino que confluyeron para ocasionar este presente de la UCR.
No es preciso dar nombres propios, los adherentes, la militancia conoce a todos y cada uno de sus dirigentes.
Distintos agrupamientos, algunos dirigentes, procuran reinstalar aunque más no sea el movimiento, pero resulta evidente que lo predominante es el abatimiento y la nostalgia por la fuga de un ayer al que no se cuidó con el rigor que correspondía.
La derrota electoral en la política no debe ser tomada como un drama. La alternancia en el ejercicio del gobierno es una situación que normalmente trae consigo beneficios para la sociedad, si es que aquellos que deben asumir la derrota adoptan de inmediato la actitud constructiva de analizar en conjunto los errores cometidos y redoblan esfuerzos por volver a ganar la voluntad de la gente, y los que acceden a gobernar se esmeran por mejorar lo hecho y aportar nuevas soluciones que les posibiliten continuar mereciendo la confianza recibida.
El problema se plantea cuando perder es equiparado con catástrofe.
Y esta no es nuestra intención, sino la de contribuir a una toma de conciencia sobre la realidad, a efectuar una análisis personal y colectivo, claro, honesto, despojado de hipocresías y falsedades, para luego, con el panorama suficientemente claro, entre todos, diseñar y pergeñar las acciones conducentes al reencuentro con el sendero de las realizaciones.
Cuando el alejamiento del poder promueve la aparición de rencillas, celos y venganzas y desata una casa de brujas, debemos convencernos que al único lugar que ello conduce es al resquebrajamiento de la estructura partidaria, cuyas consecuencias son de difícil diagnóstico.
Aquellas derrotas deben ser asumidas, más allá del dolor que lógicamente producen, entendidas y tratar de transformarlas en un momento propicio para revisar los porque se perdió e introducirse de lleno en el diseño de los como hacer para volver.
Aunque deseemos ignorarlo, por lo que se ve y por lo que se siente esto no es lo que esta ocurriendo en el partido, pero no debemos resignar nuestras aspiraciones a volver a protagonizar las grandes soluciones que nuestra provincia reclama para posibilitar la llegada del bienestar real para todos los habitantes, por lo que con más osadía que nunca debemos luchar y participar.
Cambiar todo lo que haya que cambiar. Transformar el desengaño en ilusión y el abatimiento en esperanza.
El llanto solo puede promover consuelos; las buenas propuestas, los mejores hombres, las proposiciones realistas y la demostración de una fortaleza doctrinaria que asegure el trabajo por los objetivos expuestos, son las acciones capaces de captar adhesiones, producir expectativas favorables y seducir a la sociedad.
Debemos tener muy claro que trabajar en otro sentido, permitir que la acción política se reduzca a buscar posicionamientos personales declamando promesas de difícil o imposible cumplimiento, es optar por la derrota.
Esperar las fallas y los errores del adversario, para poder ser opción, es no tener suficiente conocimiento y convencimiento que lo que se pretende al tratar de llevar al gobierno a un Partido político como la Unión Cívica Radical es materializar todos aquellos principios y valores que surgidos de la doctrina hicieron de este partido algo totalmente diferente a los demás existentes.
El trabajo, la acción política, es una construcción colectiva, que en muy contadas oportunidades contó con hombres providenciales que con sus virtudes personales agregaron un plus que aceleró y posibilitó procesos, por lo que se deberá estar atentos para no permitir los individualismos que solo aportarán nuevos problemas y divisiones.
A la situación actual, que estamos tratando de entender, no se la puede ni debe disimular convocando a grandes actos a los que la militancia concurre movida casi exclusivamente por el sentimiento. Es preciso volver a motivar a la gente con el simple hecho de hacerla sentir protagonista e importante. Todos, absolutamente todos, debemos convencernos que es posible recuperar los sueños, el espíritu y la vocación de trabajar en conjunto imitando las épocas que con decisiones drásticas y riesgosas, pero concienzudamente adoptadas, y una enorme voluntad de protagonismo se provocara aquel abrupto despertar de 1994.-
Intencionadamente se mezclan cosas de Convergencia Social con las de la UCR, porque sólo aquella mística militante que fuera el gran patrimonio de Convergencia, puede hacer hoy realidad las cosas que urgentemente vuelvan a convocar y reunir a todos.
Sectores internos opuestos a Convergencia Social que en momentos de gloria permanentemente lograron espacios a partir de acuerdos y consensos, hoy, cuando circunstancias coyunturales, totalmente cuestionadas por los organismos partidarios, les permitieron acceder a determinado espacio de poder, requieren a viva voz la realización de elecciones internas y denostan a quien fuera el motor e impulsor fundamental de los años de triunfos del radicalismo.
El pedido de elecciones internas es totalmente legítimo, pero resulta insólito tener que admitir semejante cantidad de adjetivos descalificadores.
Seria inteligente adoptar como norma de conducta y con el fin de no pasar por meros provocadores, que cuando tengamos dudas sobre la honestidad del proceder de cualquier dirigente que fuera, ocupe el cargo que ocupe, antes de acudir a los medios de prensa, con los elementos probatorios de nuestras sospechas acudamos a la justicia y recién formulemos nuestras apreciaciones públicas cuando se cuenta con el fallo de la misma sobre el particular.
La dignidad de cada persona es un bien que nadie, por meras suposiciones o por enojos circunstanciales o permanentes, puede mansillar sin argumentos suficientes ni pruebas contundentes.
La descalificación tomada como deporte, es cosa de ignorantes.
Si la agresividad, la provocación y la mordacidad que hoy se observa son los indicadores del nivel que tendrá la disputa interna, mal destino le espera al futuro de la UCR.
Cuando aprendamos que en la política la puja no debe convertirse en una guerra, cuando entendamos que las divergencias pueden dirimirse con respeto en los ámbitos propicios para ello, cuando comprendamos que el apoyo de la sociedad se obtiene también a partir de las conductas que sepamos demostrar, podremos transitar los caminos de la política honrando al partido que nos cobija.
Un gran convencimiento: debemos retornar al radicalismo y a los que lo olvidaron, pensando que en nombre de la política todo es posible, debemos recordarles lo que significa serlo.

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