martes, 21 de julio de 2009

“REFLEXIONES”

Ing. MARIO JARAZ

Un nuevo tiempo se ha instalado en la Unión Cívica Radical.
Hemos dado un nuevo paso en nuestro intenso trabajo por recuperar la solidez que otrora nos presentaba frente a la sociedad como una organización de permanente aspiración al poder, con hombres investidos de profundas convicciones, ideas y una conducta y lealtad superlativa.
Un nuevo tiempo que nos propone el desafío de continuar mejorando para superar y consolidar momentos que pueden ser considerados como hitos importantes en este difícil y escabroso camino.
Uno de esos momentos fue cuando los partidos de la oposición, con los que nuestras ideologías y principios tienen puntos de contacto, ante la nueva realidad de la UCR, entendieron que nuestro partido volvía a ser factible, que era necesario e importante para la conformación de un agrupamiento de fuerte contenido progresista y capaz de generar expectativas importantes en el seno de la sociedad.
De este intento surgió el Acuerdo Cívico y Social que al conjuro de un eficiente trabajo logró, en las elecciones del 28 de junio ppdo., un resultado electoral más que satisfactorio.
Ese 28 de junio fue el segundo momento que ratificaba que no estábamos confundidos ni errados cuando con denuedo y osadía nos abocamos a la recomposición del partido contra la opinión de muchos que nos trataban de “nostálgicos custodios de algo que ya fue” y otros que pretendían hacernos entender que nuestro empecinamiento por defender una ética y unos principios que en “otro tiempo” supimos hacer nuestros, era un desgaste de energías inútil que arrojaría como único resultado el desmembramiento final y la desaparición partidaria.
El tiempo nos fue dando la razón y los hechos mencionados nos obligan a la continuidad de la labor.
Resulta evidente que la inteligencia y la tenacidad puestas al servicio del partido, en pro de su recuperación, esta otorgando réditos que merecen una observación muy seria y un compromiso aún mayor de persistencia en la acción.
El nuevo tiempo que se ha instalado requiere más concentración, inventiva y responsabilidad.
Debemos formular el compromiso de no negociar por ninguna causa nuestra identidad partidaria y continuar trabajando por su consolidación
Nuestra manera de entender la política y por ende lo que significa, o debe significar, un partido político, nos indica que para la construcción del presente que precisamos y poder aspirar a un futuro diferente y mejor para todos, es menester abrevar en nuestras fuentes, hurgar con profundidad en el sentido y significado de nuestros principios y leer y entender, sin errores, evitando las subjetividades, los porque de este angustioso momento que vive el país, para contribuir con solvencia al debate del diseño de las políticas que posibiliten la histórica “Revolución pacífica” que siempre propuso ala UCR, aún cuando no estuvo en función de gobierno, y que una y todas las veces las fuerzas del oscurantismo social y el conservadorismo político fueron impidiendo.
Para este nuevo tiempo creemos más que importante transcribir, sin miedo a que nos digan que el paso del tiempo supero su esencia, un trozo de la declaración de Avellaneda de abril de 1945, titulado “Reparación Moral y depuración”, que suscribieran nada menos que Lebensohn, Larralde, Balbín, Sabattini, Illia, Rojas, Gauna, y otras figuras notables del pensamiento y la política argentina.
“En el orden partidario el problema fundamental es el de estructurar y unificar integralmente el radicalismo, para lo cual basta proclamar su doctrina y convocar a los hombres que por su conducta puedan servirla.
Porque si los partidos necesitan ideales y programas de gobierno, también requieren integrantes condignos que representen una garantía para la reparación moral que exige la República.
Como la doctrina y el pueblo radical están intactos, lo único que debe hacerse es depurar algunos elencos dirigenciales y formar de las nuevas generaciones los líderes capacitados para afrontar los grandes problemas que se presentan al país. Esa depuración la hará el partido, sin ingerencias extrañas y con su propia disciplina.
Como consecuencia del pensamiento enunciado los radicales que suscribimos este documento, inspirándonos en el bien de la patria, afirmamos:
- Nuestro propósito de seguir sirviendo los grandes ideales nacionales y humanos de la Unión Cívica Radical, cuya continuidad y unidad histórica es indestructible.
- Nuestra absoluta intransigencia frente a todo lo que represente la negación de los postulados de libertad y de reparación moral, política, económica, social, cultural e internacional por los que lucha el radicalismo desde que surgió a la vida pública.
- Nuestra oposición a que la Unión Cívica Radical concierte pactos o acuerdos electorales, ya que en el juego normal de las instituciones el país debe estar gobernado por partidos orgánicos y el radicalismo, como tal, aspira a afrontar por sí la responsabilidad de estructurar una nueva Argentina.
- Nuestra convicción de que la Unión Cívica Radical no debe participar en gobiernos que no hayan surgido de sus propias filas.

Esta es nuestra palabra de argentinos y de radicales. Que cada cual diga la suya y que cada cual, como nosotros, tome su puesto de lucha en el lugar que sus convicciones le señale. Nosotros, como siempre, estamos al pie de la vieja bandera del radicalismo, que continúa siendo una esperanza para todos los argentinos.”

Hemos trascripto completo el capítulo sin quitar ni agregar nada, aún a sabiendas de que algunos párrafos están en completa disidencia con la estrategia diagramada en el presente, teniendo la posibilidad de hacerlo por cuanto igual se cumplía el objetivo buscado, porque resulta interesante, por muchos que no lo saben y para otros que lo olvidaron, recordar y comprobar la fuerza que transmitía nuestro partido y la enjundia y el coraje con que se manifestaban nuestros dirigentes de entonces.
Para honrar dicha esta contundente declaración de principios, resulta indispensable pensar el partido.
Como y para que lo queremos.
La realidad del país indica que un partido político debe ser, hoy al igual que en nuestra etapa fundacional, una verdadera escuela de civismo. Un espacio en el que la gente pueda nutrirse de los valores que hacen a su propia integridad, como seres humanos y como ciudadanos.
Un partido político debe ser hoy un polo atrayente para adolescentes, jóvenes y mayores, con la pretensión de modificar la mirada que estos tienen tanto de los partidos políticos en particular, como de la política en general.
El desagrado que la actividad política produce en una gran cantidad de integrantes de nuestra sociedad, no es una posición adoptada caprichosamente por algunos, sino que la misma es consecuencia de una serie de factores que provocaron esta actitud.
La corrupción, la falta de soluciones, la vida dispendiosa que llevan muchas de las principales figuras de la política, a la par de la soberbia y la falta de “humildad” con que se conducen, son algunas de las características más salientes que la sociedad observa de sus representantes.
También la mentira y el misterio son aportantes fundamentales a esta deteriorada relación ciudadano – partidos políticos, política.
Esto no podrá ser cambiado a través de leyes.
Le educación deberá jugar un rol principalísimo.
Y también los partidos políticos, a los que le cabe la obligación de convertirse en promotores del cambio e impulsores de un nuevo paradigma de relación que propenda a la satisfacción que impulse la participación activa.
¿Estamos ya en condiciones de cumplir este rol?
Seguramente que todavía no, pero debemos trabajar para estarlo.
Sería un gran paso y una gran contribución para renovar la confianza de la sociedad con la política y re enamorar a la gente con los partidos políticos.
Debemos conseguir cambiar la mirada que calificaba a los partidos como meras herramientas electorales, manejadas por personajes adueñados de los mismos y dispuestos a usufructuar en forma exclusiva, junto a sus amigos, del espacio de representación que la constitución les confiere.
Esta construcción sin dudas que es uno de los grandes desafíos que debemos enfrentar y hacia la cual, debido a la complejidad de las acciones que su realización requiere, deberán confluir gran parte de los esfuerzos a realizar.
La alegría por haber conseguido parte de los objetivos propuestos al momento de la creación del Acuerdo Cívico y Social no debe confundirnos.
Hemos dado, en conjunto, un paso.
Quizás menor al que la República necesitaba y que nosotros aspirábamos, pero seguramente mayor al que esperaba el partido oficialista, que en oportunidad de las elecciones volvió a presentar en escena la parodia de una división en dos partidos aduciendo ideologías diferentes y procederes distintos.
Pasado el acto electoral, la sociedad tiene la gran oportunidad de darse cuenta que nuevamente fue enredada. El Partido Justicialista es la sumatoria del Frente para la Victoria más De Narváez, Solá, Pro, Macri, etc..
Volvieron a instalar la confusión y debemos admitir que para su ética y manera de entender el poder y la política, lograron su objetivo.
Pero nosotros, pese al importante paso dado, no nos debemos confundir.
Para cimentar nuestra fortaleza, debemos ser cautelosos.
Hay gente demasiado apresurada.
Nos tenemos que preparar para las próximas elecciones, pero resulta llamativo y hasta podríamos decir perjudicial, que detrás de intereses que uno puede suponer pero que realmente no conocemos, ya hay gente trabajando para imponer candidatos a Presidente de la Nación para las elecciones que se efectuarán en octubre del año 2011.
La paciencia es una virtud, la inteligencia un inigualable instrumento y la estrategia una herramienta y para ser efectivos, creo que debemos hacer uso de ellas con altísima racionalidad.
En el campo se suele escuchar: “No por mucho madrugar, amanece más temprano”
Seamos realistas.
Si comenzamos esta carrera de nombres, seguramente se producirán fricciones, diferencias, enfrentamientos, y este es un momento en el cual deberíamos sentarnos a debatir los pasos a seguir.
Tengamos en cuenta que entre ellos se encuentra uno de suma importancia como la continuidad de nuestra participación en el Acuerdo Cívico y Social y la existencia misma del agrupamiento.
Los otros partidos que forman parte del grupo también tienen sus problemas internos.
Continuemos. Hay distritos, y entre ellos algunos de los más importantes del país, en los que aún los radicales tenemos mucho que trabajar para removilizar a nuestros afiliados y adherentes, para militar con la convicción que se necesita para sumar a la gente a nuestro proyecto, y resulta que notamos que en lugar de pensar y diagramar posibles soluciones en este sentido, existe en ellos un grupo muy importante de dirigentes que ya esta lanzado a una lucha interna.
Particularmente somos partidarios de que las disputas internas deben dirimirse mediante elecciones, pero en el momento adecuado y cuando más le convenga al partido.
Es necesario que con honestidad volvamos la mirada hacia nosotros mismos, hacia nuestro interior partidario y pensar que todo lo que hasta aquí hicimos puede quedar invalidado si no tenemos la presteza de elaborar acciones que nos conduzcan por el camino adecuado.
Nos quejamos que el gobierno ha ignorado durante todo su mandato el diálogo como elemento indispensable para el mejoramiento de las propuestas, internamente ¿nosotros estamos dialogando lo suficiente?.
Cuidado.
Sigamos reflexionando y ¡manos a la obra!.
Seguramente que entre todos podremos hacerlo.-
¡Existe un nuevo tiempo y se ha instalado en la Unión Cívica Radical!.
No lo desperdiciemos.

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