domingo, 13 de junio de 2010

Conciliar el reencuentro de la Nación

Por: Dr. Jorge Cura - Paraná (Entre Ríos)

La sociedad evoluciona, de la mano de las ideologías, hacia los valores que sustenta la filosofía. Se desvanecen cuando, quienes las sustentan, se alejan de la realidad y de los valores inherentes a la misma sociedad que retoma la búsqueda de un nuevo camino —una nueva ideología— hacia sus propios valores. Atribuir al liberalismo las políticas corruptas implementadas por el menemismo es tan incorrecto como erróneo es atribuir al progresismo las desenfrenadas políticas actuales. El ejercicio de las ideologías requiere la vigencia absoluta de lo legal y moral. Donde la corrupción se practica como sistema, desaparecen las ideologías como praxis filosófica. Cuando las doctrinas son usadas sólo como discurso, para encubrir intereses espurios, las ideas como las de “justicia social” se transforman en relatos mentirosos de quienes detentan el poder. Con las ideas sucumben, también, los valores a los que la sociedad aspira.
PROGRESO Y LIBERTAD. La comprensión del Hombre, en su inmensidad, sólo es concebible como entidad indivisible de su libertad. El progreso, que no es atributo de la derecha ni de la izquierda, es crear mejores condiciones para poder ejercer plenamente la libertad. La igualdad de oportunidades sociales y económicas es un escalón ineludible como acceso a un trabajo digno para ejercer el derecho a la alimentación, a la salud y a la educación, hitos imprescindibles para alcanzar la libertad con movilización social y formación de ciudadanos integrados socialmente en valores. La equidad, valor indivisible de la justicia social, como requisito, para reconstruir el tejido social de la nación, requiere definir su significado sin menoscabar la igualdad ante la ley. Por justicia, para los materialmente desprotegidos, y por derecho, a los biológicamente carecientes.
LIBERALISMO Y PROGRESISMO. Surge una extraordinaria semejanza entre liberalismo y progresismo a partir de que ambos pugnan por la defensa de las libertades. El progresismo, en lo filosófico, promueve la igualdad. En lo económico, sin ser marxista ni estatista, procura la justicia distributiva y rechaza toda forma de explotación. En lo social, impulsa la equidad; en lo cultural, la tolerancia. No estimula los emprendedores ni tutela la propiedad privada. Prioriza la igualdad por sobre los valores individuales. Postergando la alteridad, conduce al igualitarismo socialmente paralizanteEl liberalismo, desde lo filosófico, garantiza la libertad. En lo económico custodia la propiedad privada, estimula la competencia y los emprendedores. Propone la república y la democracia, en lo cultural la diversidad. Descuida la equidad. Priorizando la libertad, conduce al predominio del individualismo posibilitando la exclusión.
CONCILIAR. En la búsqueda de valores humanos primordiales, nuestra sociedad es renuente a aceptar una sola concepción tomando parte del progresismo y del liberalismo. Esta oscilación, sin preferencias decisivas, entre dos hermanas discrepantes: la igualdad y la libertad, lleva al desencuentro social.Para conciliar las fuerzas de estos dos valores, que consagran la aspiración de nuestro pueblo, es necesario un tercero que las concilie, la fraternidad.
LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD. La fraternidad, para fortalecer la conjunción del liberalismo y del socialismo, requiere de dos puentes ideológicos que amiguen la igualdad y la libertad. Desde el socialismo, definiendo con claridad conceptual la equidad y la distribución social de la riqueza sin perturbar el emprendimiento.Desde el liberalismo, incorporando definitivamente el concepto de igualdad de oportunidades en lo social y en lo económico que aliente la inclusión social.
RADICALISMO Y SOCIALISMO. El radicalismo —1891— nació como partido republicano y liberal con su movilización social de la clase trabajadora.El socialismo —1896—, se erige como partido progresista con su impronta social-humanista.El radicalismo y el socialismo, dos ideologías conjugadas en el respeto a las leyes, con contenidos y procedimientos éticos-morales demostrados en un siglo de prácticas políticas, representan, hoy, el ideario de libertad, igualdad y fraternidad. Conforman el contenido de un liberalismo progresista. En definitiva, conceptualizar el humanismo y el progreso en un liberalismo progresista que surja de la consustanciación del radicalismo con el socialismo. Que, en la fraternidad, armonicen la igualdad y la libertad que propicien el reencuentro de nuestra sociedad.

(*) Médico www.jorgecura.com.ar

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