viernes, 26 de junio de 2009

“EXTRAÑA COINCIDENCIA” *Por el Ing. Mario Jaraz

El mismo día y mes, 28 de junio, en el que era derrocado uno de los gobiernos más democráticos y efectivos que tuvo nuestro país, el del Dr. Arturo Illia y el Dr. Carlos Perette, de la Unión Cívica Radical, poniendo en peligro la república, se realizarán elecciones legislativas, nacionales y provinciales, en las que la oposición luchará por rescatar y volver a posicionar valores republicanos que un gobierno de tinte autoritario, como el del Frente para la Victoria, recreado por un sector del Partido Justicialista, que ejerce el matrimonio Kirchner, denostó peligrosamente. Aquello sucedió en 1966 y esto otro sucederá el domingo de la presente semana.

Un período real y concreto que se debe poner como ejemplo para explicar como se puede dirigir un país honrando a la democracia, es sin lugar a dudas el gobierno que tuvo nuestro país entre el 12 de octubre de 1963 y el 28 de junio de 1966 ejercido por el Doctor Arturo Umberto Illia.
Sin buscar la excusa de un pasado lúgubre como el que antecediera a su gobierno, el Dr. Illia, desde el día de su asunción, gobernó respetando a pleno y haciendo respetar, las libertades públicas y los derechos cívicos de todos y cada uno de los habitantes de nuestro país.
Un sector importante de la sociedad en ningún momento valoró esto como primordial y colocó sus energías, inteligencia y posibilidades económicas, en la motorización de la destrucción del gobierno.
El libro “Timerman” de la escritora Graciela Mochkofsky relata esta circunstancia con total claridad expresando “...fue protagonista temprano de una conspiración que arrancó prácticamente en el momento en el que Illia asumía su mandato: la conspiración para derrocarlo. Participaron de ella todos los actores significativos de la vida política y económica, el Ejército, los banqueros y empresarios nacionales y extranjeros, el sector dominante del peronismo y buena parte de la prensa.” .
Este ataque sistemático al gobierno no era sólo motivado por medidas que tocaban intereses económicos y ansias de poder y dominación de gran fuste, sino porque la conducta de este “Señor Presidente” amenazaba con instalar en el país un proceder que aún hoy los tratadistas del poder consideran como impropia de quien desee obtenerlo: Decir lo que se propone hacer y hacerlo.
Cada una de sus acciones de gobierno, de gran impacto en la propulsión de un desarrollo social y económico inédito hasta ese entonces y no repetido integralmente hasta hoy, encontraban sustento en sus muy fuertes y arraigadas convicciones ideológicas y en el respeto irrestricto de las propuestas que su partido, la Unión Cívica Radical había realizado a la sociedad.
Resulta sumamente ilustrativo exponer algunos pequeños fragmentos de la plataforma electoral aprobada por la Convención Nacional del partido en su sesión del 16 y 17 de febrero de 1963 a los que el Dr. Illia transformó contundentemente de enunciado de intenciones en hechos concretos.
“...Política de pacificación nacional. Afianzamiento de la libertad del ciudadano y preservación de la democracia. Eliminación de todas las formas de coacción y de violencia. Legislación adecuada a los fines y principios de la libertad, consagrados por la Constitución Nacional e imposibilidad de vulnerar por vía reglamentaria los derechos individuales y sociales...”
“...Proscripción del delito de opinión.”
“Fundamentación moral de la vida pública y política...Austeridad republicana en la actividad oficial. Legislación represiva de la inmoralidad administrativa, del enriquecimiento ilícito de los funcionarios y de la actuación incompatible de éstos en intereses privados de empresas monopolistas de servicios públicos o con intereses en colisión con los del Estado.”
“Creación de condiciones de vida y cultura que exalten la libertad y la dignidad del hombre”
“Protección a la familia”

(extraído del fascículo Nº 37 de “Historia del Radicalismo”
En estos enunciados encuadró el entonces Presidente de la República sus acciones y no precisó para hacerlo subordinar un Poder Legislativo, que numéricamente le era desfavorable, ni tener un Poder Judicial adicto, a los que por el contrario se ocupó de brindar todas las condiciones precisas para el cumplimiento fiel de sus obligaciones en forma absolutamente independiente, solo sujetos a los dictados de la Constitución Nacional.
En las acciones concretas debemos encontrar la verdadera enseñanza.
El Dr. Illia nos demostró que el cumplimiento y respeto de las normas éticas y morales que rigen una sociedad, no sólo es posible, sino indispensable, para el ejercicio de la función pública y la dignificación de la política.
La honestidad, el énfasis, la fuerza y el convencimiento con que llevaba adelante sus acciones, sumados al respeto y consideración que tenía para con la sociedad, lo colocan entre los hombres ilustres que entregaron lo mejor de si para construir una República Argentina grande y para todos.
A la república y la sociedad las eternas fuerzas oscurantistas, cuyo único objetivo siempre fueron el cumplimiento de sus objetivos personales, no la dejaron disfrutar y vivir aquella verdadera revolución en paz que don Arturo Illia había puesto en marcha.
Los argentinos tenemos este próximo domingo 28 de junio la oportunidad de lograr que la extraña coincidencia de fechas se transforme en un acto capaz de engendrar acciones que permitan poner coto a sueños hegemónicos que pretenden ignorar que en la vigencia plena de las Instituciones, en el verdadero ejercicio de la democracia, en la lucha por una aplicación justa de las leyes, se encuentran los elementos precisos para que una sociedad encuentre los fundamentos que le posibiliten aceptar a cada instante el desafío de la convivencia en la diversidad y el respeto.
Actuar mirando el ejemplo que permanentemente debe significar el accionar de Don Arturo Illia, será el mejor homenaje que podemos hacer a un hombre de su valía y la mejor contribución a nosotros mismos y el presente y futuro de nuestro país.
La pregunta que queda es: ¿nos animaremos a hacerlo?

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