viernes, 19 de junio de 2009

¡Y AHORA LAS ELECCIONES!

“La Democracia aparente versus la Democracia real”
Por: ING. MARIO JARAZ

Está terminando el tiempo de la campaña, del convencimiento, de la exposición de los candidatos de sus proyectos y posturas.
Finaliza el tiempo en el cual la gente debía conocer a los candidatos, intentar saber que pensaban, quienes eran, que aspiraban.
El tiempo de tratar de comprender y de explicar.
De ofrecerse y esperar ser aceptado.
El tiempo de seducir.
De exhibirse y aspirar a ser considerado apto.
Se termina el tiempo en el que quienes hablaban eran los candidatos y la gente de los partidos que los acompañaban.
Les llegan los días del silencio.
Los días de la reflexión, del balance de las cosas dichas y de las que quedaron sin decirse.
Llega el tiempo del cuerpo cansado y el corazón latiendo cada vez más aceleradamente esperando que la noche del domingo de a luz el veredicto.
Los candidatos y los comprometidos partidariamente suman, restan, se enojan, se alegran.
Sólo queda leer y releer las encuestas y conforme a los datos que expresan transmitirlas o rechazarlas.
Pero llego el tiempo de callar.
Se están preparando para hablar los otros.
Los muchos que fueron espectadores durante largos días en los que tuvieron que escuchar pacientemente un sin fin de discursos en los actos callejeros, observar los más diversos programas televisivos en los que los conductores trataban de extraer de los candidatos los porque, de leer en los medios gráficos las más diversas interpretaciones que cada actitud tenía y en las que muchas veces la objetividad de los interrogadores era sólo una actitud presente en los libros de enseñanza de la profesión.
Por unos días, la gente, los electores, serán los grandes protagonistas.
Para ellos llega el tiempo del resumen, del análisis.
El momento de pensar, meditar y decidir y hacerlo muy seriamente y con gran responsabilidad, porque en esta, como en muchas otras elecciones, se juegan cosas sumamente importantes para la república y su sociedad.
En un intento de síntesis podemos decir que en estas elecciones del domingo 28 de junio próximo, la gente deberá elegir entre la “democracia aparente” y “la democracia real”.
Es la gran disyuntiva que tiene que resolver la gente.
Con su voto el pueblo decidirá si está conforme y desea la continuidad de la “democracia aparente” que es la que practica el partido de gobierno, en la que los postulados que dan sustento a la “verdadera democracia” son sólo elementos para recitar en determinados auditorios, para exponer en situaciones especiales, para demostrar el nivel de conocimiento que de ellos se tiene, pero a los que se violan y trasgreden permanentemente conforme a sus propias necesidades y conveniencia.
¿O no es transgredir y violentar los principios de la democracia insertos en la Constitución Nacional cuando los integrantes del Partido Justicialista, hoy Kirschner, De Narváez, Solá, etc, ayer Duhalde, Menem, Kirschner, etc., anteayer otros nombres, que engañan a la gente planteando que las discrepancias ideológicas los obligan a formar nuevos partidos, cuando con un mínimo de inteligencia y observación se detecta que la exclusiva causa de la división es la lucha por el poder partidario y la posibilidad de arribar a través de él a manejar el poder en el país y que a esta situación deben resolverla internamente, en el ámbito partidario?
¿Es o no esto una burla a los principios?
¿No es una falta de respeto a la inteligencia de la gente la pretensión, que no exponen, de que ella acepte como lógica esta situación que plantean – habitualmente con el apoyo de mucho dinero- y que se olvide lo que siempre hicieron el día posterior a las elecciones, donde se los vio, y seguramente verá, nuevamente juntos, pero normalmente con un alineamiento diferente?
¿Se conjuga esto con la “democracia real”?
De ninguna manera.
El uso del engaño, de la picardía mal utilizada, de la estafa, del escarnio, como instrumentos para manejar la voluntad del pueblo, deforman la democracia y la convierten en un sistema sin sentido.
Un sistema de gobierno que te dice que tenés derechos pero la realidad de tu vida diaria te muestra que no podes acceder a ellos, que tenés libertad pero que no podés hacer uso de la misma porque tu situación te transforma cada vez en mas dependiente de la voluntad de quien dirige, que dispones de igualdad de oportunidades como los demás ciudadanos, pero nunca pudiste hacer uso de la misma porque el espacio desde el que tenes que partir, frente a la gran fragmentación que sufrió la sociedad a causa del plan económico aplicado por el gobierno justicialista del Dr. Menem, consolidado por el presente gobierno, del mismo partido, te impide intentarlo porque tristemente la gran masa de la sociedad argentina quedó sumergida frente a los requerimientos que plantea el mundo moderno.
Más cosas plantea la “democracia aparente” que directa e indirectamente cercenan tus derechos.
El incumplimiento del federalismo, el discriminatorio uso de los fondos del Estado, el respeto por la distribución de los poderes de la República, el avasallamiento de los estados provinciales y municipales, la honra por el pensamiento diferente y un encadenamiento de consecuencias que van provocando el debilitamiento de la credibilidad y la fortificación de un poder más cercano al totalitarismo y al fascismo.
Frente a esto y la factible resignación, esta la otra alternativa. La gran alternativa. La “democracia real”.
Vituperada y menospreciada por algunos, pero defendida y elogiada como instrumento apto e insustituible para la búsqueda de la consolidación de una sociedad justa y con esperanzas y por el tan mentado “bien común”.
Una “democracia real” es aquella que es capaz de aportar al Estado de las condiciones propicias para que la sociedad se desarrolle integralmente. Para que el hombre, en su acepción de raza, y su bienestar, sean el centro de preocupación de todos y cada uno de los integrantes de la sociedad.
Una “democracia real” exige, porque es una construcción permanente a la que los poderosos no miran con buenos ojos, porque les pone límites, los iguala a los demás integrantes de la sociedad.
Los que soñamos y trabajamos por construir y vivir en una “democracia real”, no lo hacemos porque estamos buscando una utopía, sino porque la sabemos y la sentimos posible, factible, alcanzable y porque estamos seguros que aún con sus imperfecciones que admiten la corrección, es el sistema que nos posibilitará tener un país mejor y para todos. Un país en el que el marginado pueda soñar con su integración, el ignorante con aprender, el trabajador con el reconocimiento por su esfuerzo físico e intelectual, el intelectual con el espacio para poder expresarse, el estudiante con claustros que le enseñen los caminos del conocimiento y el futuro no sea una entelequia sino una posibilidad cierta, donde el profesional pueda ejercer y el maestro poner en practica su vocación por la enseñanza. Un país donde el empresario pueda aspirar a crecer, los niños a jugar, las familias a vivenciar juntas y los políticos a poner en marcha su vocación de servicio con pleno conocimiento de la enorme responsabilidad que ello lleva implícito.
Estamos describiendo un mundo de fantasía.
Nosotros desde el radicalismo podemos decir enfáticamente que no, porque cada vez que tuvimos la oportunidad de ser gobierno, sea en la república, las provincias o los municipios encaminados nuestro trabajo en ese sentido, a pesar de las cargas recibidas y de los eternos destructores que para buscar el poder no moderan procedimientos.
Podemos mostrar a Alem e Irigoyen que junto a otros forjaron el partido y le dieron ese contenido, los gobiernos del Dr.Hipólito Irigoyen intercalados por el del Dr. Marcelo T.de Alvear, que no sólo lograron reivindicar la participación de la sociedad, sino que tuvieron la visión de concretar cosas que hicieron a la propagación de la educación para todos, al enriquecimiento del Estado y por ende del país incorporando fuentes de energía administradas por empresas estatales, que propendieron a lograr la convivencia entre el campo y la ciudad, con actividades diferentes y un mismo fin, de integrar positivamente una inmensa cantidad de inmigrantes que aportaron nuevos trabajos, nueva visión y un alto nivel cultural que nos llevó a ser admirados por el mundo.
Estamos en condiciones de mostrar orgullosamente la excelencia del gobierno del Dr. Arturo Illia y podríamos extendernos largamente enumerando sus logros y el camino hacia los cuales el mismo conducía. Un presidente que entendió cabalmente cual era su función y los objetivos para los que había sido elegido, que en cumplimiento de su trabajo no midió el tamaño del rival al que debía poner freno sino la dimensión de la dignidad nacional que debía sostener.
Gobiernos como el del Dr, Raúl Alfonsin que nos enseño a los argentinos de que era factible volver a vivir decentemente, respetándonos los unos a los otros y que la ley no era un instrumento a aplicar a unos si y a otros no, conforme a la ubicación social de cada uno.
Un Gobierno que haciendo un culto del respeto por la “democracia real” debió enfrentarse a una serie de enemigos, tanto de adentro como de afuera, que por formación e ideología no podían admitir que los argentinos volviéramos a tener esperanzas.
También fue gobierno el Dr. De la Rúa en Alianza con un desprendimiento del Partido Justicialista y otras fuerzas menores. Durante el mismo sucedieron hechos desagradables que todavía hoy se están investigando, pero hasta tanto los especialistas comiencen a emitir sus conclusiones, permítanme transmitirle una inquietud que siempre rondó mi pensamiento.
¿No llama la atención que quién lo sucediera luego de una serie de jugarretas urdidas desde dentro del propio partido justicialista fuera alguien que participo del gobierno anterior del Dr. Menem y haya sido el derrotado por la Alianza que llevó al Dr, de la Rúa al gobierno?
¿No resulta cuanto menos sugestivo?
Podrán objetarnos y decir que casi ninguno pudo terminar con su mandato y ello es cierto, como necesario es preguntar los porque ocurrió esto.
Las fuerzas conservadoras de nuestro país, que existieron y todavía existen, nunca fueron muy adeptas a la “democracia real”, y de la historia podemos extraer los datos para aseverar la definición, y nunca fueron capaces de admitir que un partido como el nuestro, la Unión Cívica Radical construya con sus ideas, su ética, su moral y su accionar un país para todos y por todos.
Podríamos hablar de gobiernos provinciales en tierras peronistas como el del Dr. Angel Rozas en el Chaco, en la que entre muchas otras cosas y con condiciones económicas adversas, con la “democracia real” como compromiso, se las ingenió para que muchas personas pudieran salir de la oscuridad en las que intencionadamente eran sostenidas y conocieran las ventajas de saber leer y escribir, la alegría que significó para muchas familias que pese a estar ubicadas en el margen de la indigencia y la marginación tuvieran la oportunidad de acceder a viviendas dignas y acordes a sus condiciones de seres humanos.
Plasmo en la provincia principios fundamentales del radicalismo y el alto compromiso social verdadero que representa ser portador de sus ideales.
Podríamos seguir citando cosas que marcan la gran diferencia entre unos y otros, los justicialistas y los radicales. Entre “democracia aparente” y “democracia real”, pero con estos pequeños conceptos creo estaremos haciendo una contribución positiva para quienes el 28 de junio próximo tienen que elegir.
Todo es cuestión de gustos.
Todos es cuestión de apreciaciones.
A algunos les puede gustar que quien tiene que administrar la cosa pública y el dinero de todos haga con ellos lo que se le antoja y lo dilapide a su propio antojo, enviándonos a los demás las migajas que compran nuestro silencio, tal como hacía como en su provincia de origen y por eso quizás los voten.
A nosotros no y por eso no los votaremos.¡Ojala muchos piensen como nosotros!!

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