viernes, 10 de abril de 2009

“EL FUTURO DE LA UNION CIVICA RADICAL Y LA PROXIMA CONVENCION NACIONAL”

Por Ing. Mario Jaraz


La Convención Nacional de la Unión Cívica Radical que se reunirá los días 17 y 18 de abril en la ciudad de Mar del Plata, tiene una inmensa responsabilidad, puede definir para el Radicalismo un antes y un después.
Puede marcar una bisagra en la historia del partido, por cuanto seguramente tratará temas que hoy no figuran en el orden del día dado a conocer, pero que las declaraciones de diversos dirigentes que se expresan a través de los diferentes medios de comunicación seguramente propiciaran.
Seguramente que, si no es incorporando algún punto nuevo, con la interpretación de lo que involucra algún otro, introducirán el tratamiento de algunas cuestiones puntuales.
Podemos calificar como lamentable que se este utilizando este método de no explicar claramente lo que se desea tratar. Esto obliga a dos situaciones, ninguna de las cuales es deberían haber sido obviadas: Obliga a suponer y quita al afiliado la posibilidad del debate previo, dejando la decisión al arbitrio exclusivo de un grupo, que si bien tienen legitimidad en sus cargos, deberían sentir la necesidad de conocer el pensamiento de aquellos que los designaron. Esto significaría nada más y nada menos que respeto.
Quienes desde hace varios años, por responsabilidades asumidas dentro del Comité Nacional, venimos luchando contra todo lo que pretendió destruir el partido, entendemos que la cautela y una correcta interpretación, tanto de los principios que sustenta la Unión Cívica Radical, como de las necesidades del momento y el futuro y la aspiración de todos y cada uno de los radicales, deberán ser actitudes a tener por los Señoras y Señores Convencionales, quienes por rol y obligación, dispondrán cual es el camino por el que deberá transitar el partido.
Sin pretender descubrir algo nuevo, creemos válido recordar que: El partido sufrió el repudio a sus dirigentes, de propios y de extraños, el acecho de un gobierno autoritario, que esta cumpliendo su segundo período consecutivo aún cuando haya cambiado la primera figura, que no respeta ni la política, ni los partidos políticos ni la existencia de principios, ideas y opiniones diferentes a las suyas, el éxodo de un numero importante de dirigentes y el intento de muchos de los que se fueron por subordinar el partido a un proyecto político, que no rechazamos desde el radicalismo por la pequeñez de querer sentirnos distintos, sino porque no compartíamos la metodología utilizada para concretarlo, y especialmente porque con ese proyecto, que podemos corporizar en el matrimonio Kirschner, sus adherentes y su partido de origen, el Partido Justicialista, teníamos, y tenemos, profundas diferencias conceptuales e ideológicas como también instrumentales.
Como dirigentes fuimos rígidos, en todo momento pretendimos respetar y hacer respetar lo que hizo de la Unión Cívica Radical un verdadero partido político y no un rejuntado de hombres y mujeres unidos coyunturalmente por aspiraciones especialmente personales, y este accionar nos obligó, tanto a quienes integramos el Comité Nacional como a los integrantes de los demás organismos del partido, a tomar medidas que pretendíamos fueran, no sólo ejemplarizadoras en lo interno, sino que sirvieran para transmitirle a la sociedad de que existía una organización social dispuesta a dar la lucha por la recuperación de elementos básicos que hacen a la vida armónica de una sociedad y que posibilitan la convivencia.
Siempre tuvimos claro que no podíamos permitir la falta de respeto por la diversidad, de cualquier índole que ella fuera, el avasallamiento de las entidades de la República y la indiscutible tendencia que vislumbrábamos, de que nos deseaban encolumnar hacia la polarización unitaria y el pensamiento único.
Fue una lucha en la cual seguramente tuvimos aciertos y errores, pero nos queda el convencimiento de que intentamos en todo momento no desproteger a la UCR, mantener vigentes sus principios y potenciamos la creación y la accion de otros entes que tienen que ver directamente con nuestro partido, como la Fundación Leandro Alem o el Instituto Radical de Políticas Públicas, porque en ellos como en otros se brega permanente por la transmisión de la verdadera esencia radical.
Esto no es un balance de acciones, ni tiene la intención de salvar responsabilidades o insinuar direcciones a seguir, simplemente le estamos contando a los afiliados, adherentes y a la sociedad, entre los que se encuentran los señores convencionales, que si hoy llegamos hasta aquí con un partido vivo, respetado, que está comenzando, con paso lento pero seguro, a demostrar que se puede hacer política de cara a la gente, sin mentirle, sin engañarla, con principios, sin hipocresías, con ideas, con conductas coherentes, fue porque siempre tuvimos claro el objetivo y porque estamos seguros que del entendimiento que se tenga de este proceder depende el acompañamiento que nos brinde la sociedad ante cada contienda electoral.
Algo fundamental, que merece un párrafo aparte, fue que siempre bregamos para que el partido este a disposición de sus afiliados, de sus adherentes y de todos aquellos que entendían que en sus filas podían encontrar respuestas a sus inquietudes, los que se fueron lo hicieron por voluntad propia y que todas y cada una de las intervenciones que dispusimos fue para proteger al partido y que el mismo en todo momento esté exclusivamente en manos de verdaderos radicales.
Nunca le tuvimos miedo a las estrategias aliancistas, sean estas electorales o legislativas, trabajamos en pos de ellas y propusimos alternativas, pero siempre con el límite que marca nuestra ideología y cumpliendo con lo que disponían nuestros organismos internos.
Todo lo que hicimos y lo que intentamos hacer y no pudimos, siempre fue dentro del marco de lo que resolvieron las sucesivas Convenciones Nacionales.
En todo momento intentamos ser fieles intérpretes del pensamiento de los Grandes Hombres del Radicalismo, y la Carta Orgánica partidaria fue la guía permanente de nuestras acciones.
Asi llegamos hasta este momento en que una nueva reunión de la Convención Nacional tiene la obligación de disponer sobre el destino de nuestro partido.
Esperemos que las pasiones que promueven la participación activa en eventos de esta importancia, propicien la claridad y energia necesarias para el diseño y la adopción de las mejores soluciones, que el camino que se determine sea el que mas le convenga al partido y por ende al País.
No podemos ignorar intencionadamente, so pena de pecar de hipócritas o ingenuos, que dos nombres ocuparan el espacio de esta Convención Nacional.
Uno es el del actual Vicepresidente de la Nación, Ing. Julio C. Cobos, ex afiliado a la UCR, severamente sancionado en su oportunidad y a quien muchos desean ver nuevamente dentro de las filas del partido por cuanto, en función a su posicionamiento dentro de la consideración social, a partir de su voto en el tan discutido tema de la Resolución Nº 128 de Poder Ejecutivo Nacional, lo encuentran como el hombre capaz de aportarle al partido, en lo inmediato, ese volumen de aceptación que nos falta para ser nuevamente triunfadores.
Esperemos que tanto el Tribunal de Etica y Disciplina del Partido como la Convención Nacional, actúen con total responsabilidad, sin presiones y adopten la mejor decisión en beneficio del Partido.
El otro nombre propio, que debemos poner con mayúsculas porque se lo merece, es el del DOCTOR RAUL RICARDO ALFONSIN, Presidente eterno de esta nueva etapa de la Argentina refundada en el año 1983.
Que sus enseñanzas, su conducta, sus mensajes, su innegociable radicalismo, sirvan de inspiración para todos los participantes de este fundamental evento que se realiza y que su recuerdo, que para muchos bien intencionados será perenne, su figura que alcanza el calificativo de inmortal y su perpetuo amor por la UNION CIVICA RADICAL sean el espejo para mirarnos y el ejemplo a seguir para que entendamos bien, resolvamos mejor y nunca olvidemos aquella máxima: "QUE SE ROMPA PERO QUE NO SE DOBLE"
P.D.: El presente artículo, que puede ser compartido o no, está escrito en primera persona del plural, pero expresa mi pensamiento personal.

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