viernes, 15 de mayo de 2009

“QUERIDO ENRIQUE”

Ing. MARIO JARAZ

¿Que hiciste Enrique?
¿Por qué elegiste irte?
¿Por qué?
Tenías miedo que te quiten tu Unión Cívica Radical... si la verdadera... tenías miedo que te la roben.
Y vos de robaste de la Unión Cívica Radical.
¿Quién te lo permitió...?
¿Y ahora qué...?
Te llevaste tu pluma genial, tu concepto justo, tu pasión radical...
Tu manera de ser inigualable, tu prodigiosa memoria llena de conocimientos, de anécdotas, de fechas, de citas...
Nos dejaste sin tu sabiduría...
No me animo a preguntar porque... quizás porque tengo miedo de enterarme que todos somos culpables...
Porque quizás no supimos entenderte...
Porque quizás no nos dimos cuenta que teníamos la obligación de escucharte, comprenderte y aprender.
Porque tenias razón...porque decías la verdad y a la verdad no se la puede ni esconder ni ignorar.
Porque cuando te ofuscabas tenías razón y porque cuando jugando con las palabras, para no ofendernos, nos hacías entender de que estábamos equivocados...y también tenías razón.
Pero no siempre te lo reconocíamos.
¿Qué pasó Enrique?
Vos sabías que la tarea no estaba concluida...que cada mañana debíamos comenzar de nuevo y que eras uno de los pocos poseedores de lo necesario para que la tarea no nos condujera hacia destinos diferentes.
Pero tenías miedo...no eras cobarde...tenías miedo...
Que seguramente ese destino no sea el que aprendimos y por el que soñábamos...
Vos sabías que no todos los que están son y que muchos de los que hablan del regreso y del reencuentro, mienten...
Y tenías miedo que la táctica y la estrategia subordinen la ideología.
Por eso, aún minoritariamente, luchabas por la coherencia
Pero vos estabas... y entonces muchos nos sentíamos más seguros…
¿Y ahora Enrique?
Te conocí no hace muchos años y el escucharte hablar, contar, enseñar, el ver el brillo que adquiría tu mirada cuando, con una sabiduría inigualable abordabas el radicalismo, me significó darme cuenta de que las ideas, los principios, los ideales podían corporizarse.
En vos estaba materializado el radicalismo.
Buscaba conocerte más cada día, pero no necesitaba buscar quererte más.
Ese quererte, mezcla de respeto, admiración, cariño, reconocimiento, había adquirido una dimensión tan importante, que te transformó en el referente obligado de mi sentir y pensar radical. Y así lo fui contando…
Quizás quisiste ir rápido detrás de tu muy querido Raúl, tan rápido que no te diste cuenta, que aunque muchos necios no lo quieran reconocer, les hacías falta.
¡Que sorpresa para don Leandro, don Hipólito, don Moisés, don Crisólogo, y muchos, muchos otros y seguramente también para don Raúl, porque llegaste corriendo y apurado. Ellos estaban tranquilos porque vos estabas aquí...!
¿ Y ahora ¿
Contáles todo, como sólo vos sabes hacerlo, pero también transmitíles tranquilidad, porque todavía habemos muchos dispuestos a batallar por todo lo que nos enseñaron tanto ellos como vos.
Hable con Luz, con Ramiro, con los tuyos, y les dije que me perdonen que no vaya a Paraná a darte un adiós, porque preferí quedarme con el “Hola hermano querido” con que me recibías en cada encuentro...¿te acordas...?
Pero no puedo esconderlo, estamos muy tristes... estoy muy triste...las lágrimas acuden presurosas porque quieren leer lo que escribo... quieren sumar su marca... ¡Que sonsas son, no saben que hoy escribimos en pantallas... y entonces caen y mojan, caen y mojan sin solución de continuidad.!
Te fuiste, pero no me resigno, se que ello no nos impedirá continuar comunicándonos...
Cada vez que se me ocurra algo nuevo, cada vez que una idea nueva se me presente, cada vez que encuentre respuesta para alguna dura, es porque seguramente estaré recibiendo un mensaje de don Enrique Pereira.
Chau querido hermano... hasta todos los momentos...
Mario

1 comentario:

Diego Gutierrez dijo...

Que justas palabras Mario. Gracias a vos por haberme regalado la posibilidad de conocer a este procer, decirte que me habia ilusionado en esa nueva amistad , que me estaba nutriendo de los mail, las enseñanzas de don Enrique y la verdad todavia no caigo, no me lo esperaba. Hasta siempre querido y admirado Enrique Pereira